27 marzo 2008

DESESPERACIÓN POÉTICA




Tengo poesía haciéndome trizas,
me amarra el corazón con sus alambres,
me fatiga,
me obsesiona a cometer un fraude,
una estafa, un delito.


Hoy la poesía quiere conversar
mientras tritura entre sus dientes
los pichones de mi felicidad.


Quiere cargarme en su lamento,
convertirme en remero.


Se me ha enfrentado y me ha caído de repente.
Me ha dejado pulverizado.


Me queda el desahogo, el naufragio,
siento que esta noche será un periplo
y quiero romper el remo antes de sentir la catarata,
ya me mutilé los oídos
para no escuchar el silencio de las islas desabitadas
pero la poesía ha puesto sobre la plancha de la muerte
a mi alegría.


Hoy siento que seré el amanuense de una tétrica alquimia:
la noche me está gravitando y presionando,
el grito no puede agujerear
aunque me corte las manos y me realice una lobotomía
la extraña y meditabunda criatura que se aniquila
seguirá arrastrándose hasta el precipicio mismo de mi lengua.


Quiero destrozar el bote,
hundirme si es preciso,
atragantarme con la sangre de un suicida
pero no seguir
no seguir con este impulso misterioso
que se puso de repente en este día
a girar destrozando mi salida.


No lo quiero
que me lo extirpen
y se lo pongan a otro entre los huesos
por un instante
por un segundo.


Dios, esa palabra que se busca para sentirse salvado
Dios, ahórcame entre tus barbas
ponme de amuleto entre tu pecho
pero sálvame de esta palabra que me habita.

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