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1.
IMPETUOSAS ENUMERACIONES
A.
Uno puede perderse en inútiles silencios
Diluirse,
Ofrecerse consuelos
Contiguos
En lo impredecible,
Y no volver,
No ser lo mismo.
Uno
Frecuentemente pide,
Exige en el suelo,
Que un sonido
Origine el mundo.
De estos insólitos fenómenos
Viene el desconsuelo.
Pero el infinito es como un objeto
Donde se puede mentir
Y uno concluye
Que un sueño entonces endurece.
Todo se oscurece
Vuelve el sosiego
Y el existir,
Sin ofrecernos pretextos,
Pone en el destino
Un confundido moribundo.
En los límpidos cruces
De estos descubrimientos
Uno embiste.
Uno insiste.
Este hecho
Es el que nos mueve.
E.
Uno cavila
La angustia,
Las cosas hacia un barranco
Y
Va abrazando
Hasta arrinconar,
Hasta proscribirlo todo.
A tal cosa la indican
Con pavor,
Con las manos oprimidas
Y la cara acabada.
Son los minutos con inanición,
Las horas angustiadas
Sin salvación alguna
No hay una razón
Nunca la hay,
Sólo las fachosas manías:
No ambicionar,
No suspirar
O turbar un olvido
Hacia una apartada caricia.
Uno torna a las circunstancias,
Disfrazar,
Salir a los días
Dar la vida,
Asfixiándolo todo.
Y Todo acorrala,
Como si no pasara nada.
I.
Pero están las jornadas de verdad:
Fechas para poner una corona
O enloquecer.
Añoranzas que parecen revelar el desvelo
Que parecen augurar la coyuntura
O la resquebrajadura.
Entonces uno lucha
Se concede el gravamen,
Marcha, separando puertas,
Asolando el trasluz etéreo puesto en los huesos
O las meras carnes apretadas en lo vano.
Uno es presuntuoso,
Uno se recupera,
Busca la trampa,
El témpano que consuma.
O.
Después de cualquier día
Se vuelve a transitar,
Se reanuda la caminata,
Tambaleante,
Imprudente,
Cerca de la desgracia.
Cada fecha
Se va
Hacia las falanges que ubican la distancia.
Y se arriba,
Quizás entusiasta
En búsqueda de una respuesta.
La tierra tiene este paladar,
Esta asechanza.
Jamás se cree,
Aunque se viva de la estratagema.
Cada tiniebla tiene su medida,
La mirada precisa
Para atraer
Al fantasma
U.
Al final
El hombre
Tan parecido a la memoria
Se cansa
Entrega monedas y simientes
Y deja de exigir.
Ya no insiste,
Ya no embiste
Ni camina desamparado
Examinándolo todo.
El hombre
Comienza a creer
En lo inservible,
En las cosas con límite,
En la obcecación y en la debilidad
Y se olvida de las evocaciones
Al encontrar el desfiladero
Por donde acaba el entorno.
Los símbolos parecen
Permanecer,
No la sangre.
El fantasma en la noche se derrite,
El hielo se consolida hasta perderse.
La caza,
Nos enteramos,
Tenía el acecho en la zozobra.
2.
ACTUALIZACIONES
De la A.
La euforia de lo ordinario prevalece,
El escuálido manto se conforma.
Uno, uno es ese desahuciado.
De la E.
No hay palabras encubridoras
Solo irresolutas nubes que desaparecen:
La meticulosa manera del miedo.
De la I.
Entre esas perturbaciones,
Estimulado por la avidez de un secreto,
Uno intenta la fecundación.
De la O.
Casi desfigurado, en una herencia tirada al aire,
El ofuscado sugestiona el punto donde nacen los días.
De la U.
No de otra manera obsequiada
Es que uno logra un final caricaturesco
Muy cercano a lo pronunciable o a lo incomunicable.
Como el pavor que deja un Dios zurrapiento:
3.
ZIGZAGUEO
Auténticos juzgamientos, balbuciendo escuálidos escupitajos
Auténticos juzgamientos, balbuciendo escuálidos
Auténticos juzgamientos, balbuciendo
Auténticos juzgamientos,
AUTÉNTICOS
ESCUPITAJOS
Escupitajos escuálidos,
Escupitajos escuálidos, balbuciendo
Escupitajos escuálidos, balbuciendo juzgamientos
Escupitajos escuálidos, balbuciendo juzgamientos auténticos.
4.
FAENA Y GLAMOUR
Contraataca, rompe el liviano gesto de la angustia,
El mentado arrinconamiento y las aéreas mentiras del desespero.
Está bien llevar a los días el arcaico sostenimiento de las filas,
Poseer el escalofrío de la aorta que empalidece las cosas hasta sufrirlas
Pero no hay que borrarse ni entregarse a la caudalosa transparencia
Recuerda que eres acreedor de cuanto puedas romper en el silencio.
Tu aldea está sonriendo siempre como un entrañable gesto de la creencia,
No puedes dudarlo, el aceite que llevas prendido a tu memoria es recóndito,
De nada sirve mirarse al espejo, el dios que te creó ya no puede ser ateo.
En ti, se reúne la saliva dormida y el distraído señuelo que abre los caminos.
Desmorona la arcilla de esas pilas de antiimperialismos que cultivaste,
Que preñaste con tierra inmóvil.Tu única abadía es la distancia.
Lo imposible hace mucho que se agrietó con tu mirada, estás por encima.
Ponte en acción, desmantela ese tributo: la repetición tediosa de los ángeles.
Sé oriundo de los que conciben, en el hueco de las obsesiones, un alarido.
No te alcances, coopera con aquellos encaprichados que pegan de frente,
Si es preciso, coagula el ardor para que la espada se forje con más espanto.
Sé héroe, muere a empellones: tú sombra huirá, jamás el ombligo, tu entraña.
Que la boina no caiga por un ideal, por un futuro estampado en la pataleta,
Aplasta el noúmeno, recuerda que toda baratija a deshoras hay que patearla.
Confía, no durarás más de un duunvirato de arbitrariedades, ni su olvido.
Ardua es la tarea que tienes para desaparecer: atenúa las lágrimas.
Aduéñate de esa imprecisión tan certera de la nada y tapona la salida.
Alquila un precipicio si estás seguro de todo lo que dejarás en el vacío.
Yo te insinúo este derecho, esta gana de golpear hasta escuchar el grito.
5.
INCOMUNICABLE CONTUNDENCIA.
Al Edén imprimí octópodos: sucusumucu.
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