Asimilados los tantos conocimientos que dieron cuenta del primate
Lo que uno hace es adaptar, tras un tiempo, de la mejor forma, la mentira.
Digo que no se trata de un evento inspirador que acecha en el crepúsculo,
Ni menos de las juntas de la vana concurrencia de los excéntricos milagros.
Sólo es el arduo y constante ejercicio de los días,
El que hace, de una habilidad, una magnifica destreza;
Como alguien que busca tocar un instrumento,
Anclado en lo más impertérrito de su alma ilusionada.
Así el poeta, se juega, vida y huesos,
En la cruenta decisión de no dar tregua a las palabras.
No es otra cosa esto del poema,
Más hay algo,
Un hecho incorruptible,
Que muestra en la lectura de una oda,
Un raro veneno de pasión entusiasmado.
Es el bardo, su universo entero, eso, y nada más,
Y su canasta de vastos nervios y congojas.
Un poema, eso es, y se encuentra allí entre las hojas,
Expectante, atento al menor murmullo del silencio.
Está creado, listo para todo,
Su ambición: estallar en todos los labios de la historia.
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