02 diciembre 2012

El papá más grande el mundo (World’s Greatest Dad)





- Hipócrita lector, —mi semejante, — ¡mi hermano!

Baudelaire.


Estamos ante una de las comedias negras, verdaderamente negras que se hayan podido concebir, de las más humanas y de las que más nos desagradarán por su misma crudeza. "El papá más grande del mundo" es una película que mete el dedo en aquello que tanto es nuestra herida, nuestro secreto íntimo, nuestra vergüenza.

Para poder entender y ser espectador de este filme hay que romper con la moral y los escrúpulos, saber que hay en nosotros algo siniestro que nos lleva siempre a ponernos la máscara, a actuar en el mundo. La película más que narrar el cinismo o el heroísmo de un padre, lo que consigue es desenmascarar el sentido del rostro desde ese modo que nunca se presenta, que ya no supera la idea de un nosotros propio y que pone ante ese "yo" ya no una alteridad sino que señala  e iguala y define la entraña desde esa imagen que nace del mismo contexto escondido que sólo sirve para imponerse en la intimidad como deseo mordaz de lo que nunca se volverá alteridad sino en el grado sumo de lo que acepto como morbido o degradado.

Es la tesis ya no de la aceptación  de los otros sino de los que nos hace iguales en lo secreto con los otros, de lo que poco a poco el mismo humano va reconociendo,  una película donde el humor es la manera directa de proferir el grito para señalar lo degenerado del objeto que provine de lo que es nuestra cloaca humana, en definitiva la película lo que busca es denunciar el retrato escondido de Dorian Gray.

Un padre que ama por encima de todo a su hijo, un hombre que a pesar de ser un perdedor, concentra en el amor a sus seres queridos la última reliquia de su propia devastación, un hijo con la suerte abrupta de no comprenderse como enfermo o trastornado y si más bien con un sentimiento confundido de rechazo hacia la normalidad aparente de lo que enmascara el mundo, una amante que disfraza la bestia y que sobrevive de esos que también disfrazan su escuálido animal y una sociedad que se deja vender por cosas necesarias para creer en algo es lo que ahoga, masturba y desviste "El mejor papá del mundo"

Pero Bobcat Goldthwait no se queda sólo en ese hijueputazo limpio hacia nuestra hipocresía sino que en la carroña siembra la esperanza, un director que trasciende con dos películas y que en esta demuestra que a veces el mejor cine está en nosotros mismos, que la mejor ficción, el mejor horror está atrozmente escondido en nuestro rostro.

No hay comentarios.: