Como esta ceniza marina siempre famélica
que anhela rostros asombrados
como si fueran huevo dejados a la suerte
algo, también aqui, muy árido de sangre
ensaya crecer entre la bruma
enunciando plegarias para soportar el viaje.
Hay noches más desoladas que la muerte;
lluvias de agujas que despellejan el coraje,
noches voraces palmo a palmo
obsesas en su gana de dibujar desiertos
La soledad parece conllevar esta manía;
entre sus venas de granito y ola fatigada
un graznido de peñasco emplumado
parece remediar el desamparo de cualquier esqueleto
con la sombra precisa y el ìdolo de las piedras.
No hay ninguna manera de poder saciar la angustia;
el espanto siempre crece como un animal preciso para toda la nostalgia.
Yo aprendí a secar mis versos en estas planicies
tan parecidas a los silenciosos encuentros de la noche con mi infancia
Yo me siento a veces
màs ceniza marina que rostro perdido entre la arena.
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