02 agosto 2014

La lengua del poema





“Y ahora estoy aquí, con mi puñado de abstracciones”
Samuel Beckett
I

En el principio fue el trueno
Y los hombres marcaban con su sangre las cavernas.
Era el viento pregonando una imaginación terrea;
La desembocadura de los ritos: la lengua difícil.

Pero hubo una diferencia, un color que contempló la rigidez.
Y el polvo, entonces, como un gemido presumido,
Se incorporó desde el pensamiento para actuar.

Algo invertebrado dejó de ser imagen
Y desarrolló en el dorso de lo no descubierto
El mordaz recodo para atesorar un puñal.

Luego vino el heroico clamor de hacer el barro;
La fortuna de atravesar con la espada los fantasmas.

Ese polisón, golpe de ruidos apeteciendo,
Convocó todos los símbolos de la impotencia.
Se rindió tributo, se dio un nombre cotidiano a las cosas
Y el mundo, comenzó a rehacerse como un esqueleto somnoliento.

Antes, ciertas palabras tuvieron la solemnidad precisa,
La inflexión justa a través del espejo,
Los rodeos inesperados, las tenues circunstancias que hacían el tiempo.
Pero llegó la bestia, un orificio esplendido con el que alejaron, empavorecidos,
A los espejismos del silencio.
Y las ráfagas fundadoras,
¡Dios mío!
Livianas como un kilo de niebla chamuscada,
Lloraron.

Ahora, un mundo como una moneda de feudo,
Como un olvidado animal servido en el cenáculo
Insinúa un diálogo, una variante del insomnio.

Así extraño,
Así contemplo en mis noches la soledad,
Amarrado a un mástil.

II

Esta resaca, puesta como un atardecer de agonizante,
Ha intentado, algunos días, incitarme hacia el salto irremediable.

Tanto se ha perdido en esa embestida de cencerros extraviados,
Tantas escandalosas lápidas amanecieron abrazadas al buzón de los hastíos,
Que nadie puede dar, hoy, con la dirección correcta para conjeturar una ausencia.

Esta sinuosa pronunciación reverbera en la mano de los mendigos.
Yo la he empujado. ¡Yo mismo!  Con indiferencia, por el callejón del repudio.

Esos ruidos, esa inercia, ese bulto de sombras,
Invade, somete desde el principio la nerviosa sangre del errante;
Y nadie asegura qué es, ¿Qué es lo que llama desde el sueño?

Una escisión, eso es todo lo que he pedido: lo que necesito…
Hay formas más inútiles para atrapar en el aire, la geometría aventurera
¿Pero a quién confesarle?, ¿Qué poner entre los labios?

Zurcir, eso es lo que auguro,
Articular los tugurios,
Devolver el paisaje a las jornadas de la guerra,
Al recuerdo de los rayos descubriendo,
Al rostro primero,
Al humo.
¡Dios mío!
La noche de nuevo como una magia.

Clamar,
Invocar de nuevo.
Conjurar lo inevitable.
Mi alma es este abismo.

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