19 marzo 2014

Tritono

El Infierno visto por Sandro Botticelli 


Siempre ha sido el sí
Sensible, atado a los cabos sueltos
Y a las ininteligibles notas del descuido.

Siempre ha consistido en confirmarme,
En ritualizar el salto para sentir el  abismo.

Incitando se ha perpetrado,
Se ha contribuido a la felación
Y al desarraigo de tanto torrente y vicio…
Pero todo ha sido el resultado ordinario de la felicidad.

Siempre ha sido la primera persona, ese plural escondido que señala,
Que habla desde la vértebra y truena y gime lo mismo,
Oscuro entre los rezos, secreto  como una comisura agazapada.

Siempre ha sido así
Transfigurando la sensación en algo que se desliza y aprieta,
Que tacta como si creara, como si inventara un camino o un nervio
Desde la mera impresión, que antes,  no conllevaba el arraigo del placer.

Desde ahí viene el acaloramiento y el no querer soltar la fruición,
El roce agitado insistiendo en la validación espasmódica.

Siempre ha sido ese diablo en la música,
Ese sonido siniestro de gruta y tesoro llamando,
La fuerza que atrae y que aviva al humano.

Siempre ha sido un poder,
Una antorcha, ese intervalo.

Como olvidar la luz incitada
Develando la trasparencia,
La mirada sorprendida de los dioses
Detrás de la cortina.

Es la exhortación de los pecadores
Que se avasalla hacia el reino de la loca bestialidad
Y no hay que callar, y no hay que esconder el rostro enrojecido.

Siempre ha sido el sí
La redención, la grieta por donde se accede y se condena
Y se logra, también,
La piel que rumora y exige.

Yo nombro, yo entono
Yo prescindo de un sí:
Blasfemo, suicida, bandido.

No me basta el amor
Como crimen ante los dioses,
Desde el origen, he querido encender la hoguera.

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