fotografía de Nicolás Bruno: https://www.facebook.com/nicolasbrunophotography |
He destrozado todos los tributos,
Las formas amables del resguardo.
He vaciado el nombre que me otorgaron,
Las cruentas persistencias del afecto y
Todo lo que podía sostenerme entre los huesos.
He huido, atizado por un viento lejano,
Por la avaricia de cierto furor fugitivo,
He huido como la resaca, como un niño asustado
Y he impuesto un dolor, la inevitable forma de la angustia.
Ahora tengo una masa de días para aburrirme,
Para entablar una soledad, y en ella, la insistencia de buscar.
E intuido el sabor de una libertad más concebida a mi medida.
El ejercicio del desalojo hace llorar,
Produce una ulcera que supura al ardor de cada recuerdo,
Es como la agonía de una chispa, como el abismo de una hoja
Y yo nada logro retener en ese desahucio:
No tengo el principio, ni la causa para dejar quietos los fantasmas.
Todo me hala hacia los tiernos lugares del origen
Pero el implacable deseo de hallar un refugio se me impone.
He provocado mi destino
Y cuando he tenido que invocar un dios
No he dudado nunca en la gratitud del amor,
En la inmensa y salvaje forma que tiene una caricia.
He insistido en la más personal versión de mí mismo,
Sin embargo, cuánto duele, cuánto cuesta no dañar,
Partir sin dejar rastro y ver lo desconocido con la fuerza alegre del milagro.
Lo que el ojo dejó atrás se parece mucho a la tristeza
Y camino como un vagabundo, tantas horas, tantas veces,
Entre niebla y silencio
Llevando a cuestas el fuego como si de un farolero se tratara…
Pero no sé cuál es la calle que hay que iluminar para terminar conmigo.
Es mi primera noche solo,
Y mi primer repaso es del pasado.
Como echo de menos el cariño.
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