Hemos tenido la fortuna del futuro,
La gran insinuación de vivirnos;
De mirarnos al espejo como perdidos
Y luego de soñar con el amor para sentir que nos salvamos.
El gran tiempo nos otorgó el miedo
(Nada bueno para saber que no había salida alguna)
Y se nos vinieron encima tantas intervenciones
Que la actividad de soñar se nos olvidó.
Simples cosas, como un palillo bruñido en la preocupación, tuvieron mayor éxito.
Ninguna otra cosa debió entrar en los ojos, salvo la mudanza.
Pero era tarde para tener la certeza de que todo estaba inconcluso:
A veces nos reuníamos para impresionar las promesas que nos hicimos,
Para alargar cualquier frase alentadora y
Volver.
Pero ahora somos una tripulación estancada en la antigüedad:
La misión es complacer, considerar el secreto de los primeros recuerdos.
Vayamos por un pastel, por la constante y espontanea disculpa de lo que se acabó.
Ignoremos que nos quedamos al final con lo que odiábamos;
Estábamos esperando la muerte, tan alarmados por llegar a casa, que no vimos la señal.
Dónde encontrar y lograr reprimir, contar que el dolor evolucionó e hizo fácil el canje.
Algunos dicen que todo es resentimiento,
Cosas perdidas entre los parpados
Pero los ojos saben.
Todas las mañanas, decididos, espantados, gritan:
No hables.
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