03 junio 2013

CONTRA CORRIENTE




Yo navego
Arrimo a la corriente cierto furor
Como si buscara atrapar los ojos de un animal abandonado.

La noche es como un agujero donde impera toda la ansiedad
y el mundo, tan mudo, tan descifrable para habitarlo apenas viviendo
se me impone como un abrazo, como si pretendiera remover mis asuntos.

Las arcadas, los toneles empotrados como racimos extraños de una afligida criatura
Me imponen sus boyas como negándome la posibilidad de los naufragios.

Por eso yo navego
lanzo manotazos atrapando del pescuezo los alaridos que incitan todo el desespero
pero sucede
que alrededor nadie da cuenta de los pasos germinando como enconados abandonos.

Yo percibo en cada semblante la nostalgia de ruinosos ensayos perdidos en los días:
el amor, casi siempre demoliéndose ante el furor mismo del espasmo y el asombro,
la gravedad de la libertad, hundiéndose como buscando un lugar para exiliar su enojo,
los ojos, reflejando toda la cotidianidad, las ganas de robar un beso
y el amago de los puños, apretando contra todo su dolor, la caricia que les sangra.

Es mucho el resentimiento que se pone de descanso entre la almohada como si no se conociera.
Se duerme arrimado a esos recodos de miseria casi siempre limpio, agotado y sin memoria.
Como si la desembocadura fuese un premio para seguir puliendo la monotonía.
Yo navego
Escapando de esos manglares tan presuntamente parecidos al destino,
Tan prósperos en proponer la repetición de un arreglo con la vida,
De insistirle a cualquier ilusionado horas para forjar lunas sorprendidas con lo mismo.

 Yo navego
atisbando esos enredos que se convirtieron en pretextos,
En formas  vulgares para esconder el tedio y engañar y decir que se vive con los ojos abiertos.

En esta barca desmantelada,
con la quilla embistiendo hacia la fuga
Yo navego,
como un salmón,
aterrado de esa corriente que me empuja hacia el abismo.





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