15 noviembre 2012

Thirst





De nuevo Park Chan-wook nos deleita con su cine. en esta ocasión la historia recoge el viejo mito del vampirismo y sin temer a caer en la absurda repetición temática, recrea con la historia de hombre sediento de sangre, un cuento atroz y romántico. Park Chan-wook logra con Thirst lo que Tomas Alfredson pudo con si filme vampiresco "Déjame entrar".

Lo asombroso de las dos historias es que promueven una nueva perspectiva del mito, juegan con lo determinado, con la tesis y trasforman  el símbolo hasta hacerlo otra cosa; así como Déjame entrar toca el tema edípico y nuclear de la infancia con el juego macabro de la identidad y el amor fraternal dentro de una sociedad contemporánea, Thirst conjuga la moral religiosa finisecular del catolicismo moderno con las tradiciones de un japón y un amor postmoderno.

La historia de un sacerdote que se convierte en monstruo y que por amor ve como la condena lo lleva hacia el acantilado mismo donde nace el sol para matarlo es lo que narra está película, con las típicas e inusuales escenas grotescas y fabulosas que solo este gran director podría realizar. 

La escena tan bien planteada de la cámara cayendo detrás del salto que da el sacerdote con su amada desde un edificio es más formidable que la persecución que hace la cámara detrás del asesino en el estadio argentino en "El secreto de sus ojos" o de aquella persecución que hace la cámara detrás del personaje cuando se arroja desde la ventana hacia la calle en "El hombre sin pasado". hay también otras escenas formidables, las puñaladas certeras, las cortadas con pedazos de vidrio sobre la lengua y los juegos psicóticos que establece el ahogado en cada encuentro sexual de los amantes hacen que la película sea toda una particular obra que merece la pena observar.

Thirst habla de vampiros, habla de amor, habla de culpa, de sometimiento y martirio pero también habla de una fabula moderna, de un testigo aniquilado que al final puede sonreír una venganza y habla sobre todo de unos amantes que a pesar de se runos monstruos se abrazan desposeídos en su pasión hasta el final. 

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