Anegada de tinte está la tarde
tiempo diluyéndose, arena y olear,
la barca negra espera el remo
la atarraya y el pescar.
La grande carcajada pone luz,
fuerza, silueta salvaje
¡bailando el mapalé!
Fragancia de tambores,
luz chispeando
y pies saltando
sobre la espalda del caimán.
La noche va arreciando
por encima de la mar.
Las tortugas de carey se apresuran
a los luceros han de enamorar.
Saliendo de su sueño
por lo ardiente de la playa va
un flamingo ufanado
con su rítmico danzar.
Lelas de amor y noche
las jaibas danzando van
alrededor de las fogatas
¡saltando el mapalé!
Descuelga el chinchorro su negro
y a lo negro de su mar se va
sin saber nunca si llega
con pargos rojos, estrellas o un sol más.
La barca navega y navega
con un africano cantar
y encima de su vientre lleva
su alegre y mítico pescar
María Mulata se despluma
se apretuja, se saber amanecer
y olfateando los flamingos
los camarones comienza a sazonar.
La playa se sienta a mirar la playa
y mientras su mar deja dormir
sueña con la choza mulata
¡que baila el mapalé!
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