15 noviembre 2011

PEQUEÑOS CONSEJOS PARA SALIR A LA CALLE.



Y siempre está ese lugar incómodo donde te acosan
esperando tus palabras menudas,
Intelectuales, inútiles.

Que con qué frase harás brillar el cielo idiota de los que no han pensando.


Que hable!


porque se espera de vos la frase perfecta como un cañonazo,
el remedo de una sombra profesando eructos celestiales,
la escasa mueca de alguien que vomita por la boca cosas demasiado rumiadas
como para ser digeribles con gusto.

Pero, siendo sinceros, vos lo sabés,  
lo único que quieren es ajustar cuentas contigo,
la cuestión está en ponerte en situación, en dejarte en ridículo.
Se trata todo de prepararte como vaca en el callejón del matadero.

Es un castigo todo esto…
y estás como payaso triste de feria
esperando que lleguen a tirarle los tomates podridos,
las miradas de menosprecio
o el mismo desplante plural y rotundo
que a veces golpea mas duro que una cachetada.

Pero vos también te has entrenado para esto,
sabes que en la resaca está el truco para salir ileso,
que a la altura en que te empujen como ángel borracho de ancianato
tendrás que ponerles a todos el tate quieto;
el escupitazo justo en la chispa de parodia que comienza  a crecer entre sus ojos.

Es un momento irrenunciable, caníbal,
un momento que te rasga la piel hasta mostrar la calavera,
un  momento de fasto, de monumental grosería,
un momento feliz que no se olvida.

Quizás te quedes más sólo,
quizás comiencen a pensar que eres sólo un holgazán,
un trashumante loco que el azar le confió ciertas ascuas para encender misterios.
Quizás. 
Esto es lo más seguro...
el aborrecimiento será el único sentimiento sincero y mutuo
que de verdad todos cargarán en los recuerdos.

Al final se burlarán de ti a distancia
«¡Ahí va el gran…!» y completarán la frase con su hipo
 o con la única neurona que apenas aprendió a decir «pendejo».

Escucharás una carcajada
y pensarás como ellos, que lo mejor es olvidar,
porque siempre es bueno olvidar a los perdedores.

Así será todo,
no tendrás que madrearlos, no tendrás que hacerte el rudo,
ni menos disponer de tu cerebro para producir abortos.

Seguirás siendo vos,
con tu voz ilesa y afilada como un secreto,
con tus ojos escrutadores como si fueran las claraboyas de un dios maldito,
con ese don de reconocer miserias, derrotas, cuchillos hundidos en el miedo.

Te irás más feliz que nunca,
más hombre y  satisfecho.

Mañana habrás escrito otra historia,
otra radiografía puesta como puñetazo en lo que ellos esperaban...
y habrás ganado.


Siempre se trata de hacer esto:
de desnudarlos hasta hacerlos estremecer como mujercitas estrechas,
como cabezas parlantes que solo sirven para reír o suponer
Dejándoles expuesta su carencia,
Su impotencia de no tener ni medio céntimo de genio en los bolsillos.

Ellos después te admirarán,
porque a todos les gusta que les hablen de frente mientras les sacan las tripas,
porque así es la cuestión cuando quieren estar en un poema,
porque así es lo que te toca.

Tu sólo concéntrate en no olvidar.
No dudes en mostrar lo que llevas de verdad en la piel:
tu gana de matarte,
de no sentir el menor remordimiento por bombardear el cielo.    

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