13 septiembre 2011

EMPUJANDO ALAS.



Muy posiblemente es la felicidad
O sus cosquillas haciendo telares para retener los días.

Es que uno siente a veces bullendo entre las manos la alegría,
el gozo de mimar a un bebé,
el estruendo del viento despeinando el rostro.

Y nos llega cierta claridad como si fuera la visita de un amor perdido,
El ulular de un silencio floreciendo abrazos
Y es que la piel  a veces se pone suave y la cercan besos.

Es como salir a recoger caracolas en un álbum de la infancia,
cómo pescar una estrella fugaz en la sombra de un recuerdo
Y someterla, de pronto, a toda la ternura.

Un resplandor de nubes y el azul como un mar saliendo a flote
son las cosas que nos entrega el tiempo
y el olor que es otra dimensión del sueño.

En esos  momentos uno se tira sobre la yerba
a apacentar lo blanco que pasta en la mirada.
Le da por besar a una mujer hasta volverla cielo
O le siembra en los ojos
la esperanza de adormecerse traviesa entre los labios.

Es simplemente esa insistencia que a veces le gana el alma a uno,
Que le llena ilusiones, que le anega el pecho.
Es a veces un día de sol al otro lado
Y uno mosca golpeando cristales desde adentro.

Más vale empujar las alas buscando el mediodía
Que abrirse el pecho hasta encontrar el miedo.


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