21 mayo 2011

TABLA SIN CONTENIDO





Siempre que la yapurutú nuchosa despierta su encantamiento
las chizas de todo el solar desentierran su sueño con soñados élitros.
Algo parece que fuera a brotar con fuerza en el pábulo de mis recuerdos
pero la infancia como ojo encandelillado de caimán
naufraga entelerida hacia la desmemoria.

A veces, oprimo mi niñez
cómo si fuera el cebucán
preciso para extraerme las desesperaciones
pero sólo chorrean por entre el sueño
borugas acostumbradas a mi desasosiego.

Entre las ramas salpicadas de cucarrones
un zamuro parece custodiar mi entrega a la nostalgia
y un nubarrón de polillas me devoran
como si fuera un infiernillo colgado en el olvido
para guiarlas hasta alguna aurora adormecida.

Mi cuerpo es un canalete para surcar la noche
en busca de la inocencia.
Una pleonexia de lo que ya fue mío,
un verbum dimissum.

Sólo me queda una estrada de años
agrietada por el vestiglo de la niebla.

Algún día desandaré mi macumba
y treparé por el gran gigante de Yambo
hasta que mi aliento sea sólo esencia de pomarrosa.

No hay comentarios.: