21 mayo 2011

TETRAGRÁMATON


Deicidio
Acrílico sobre triplex
Ilustración de Fabio Vargas




“Heaven and earth shall pass away: but my words shall not pass away”.
SAN LUCAS 21: 33



En la tan afamada obra “Opus Majus” de Roger Bacon y gracias a mi actividad literaria, pude hallar en las cubiertas de este libro, patrimonio de la humanidad, un legado que creo es conveniente darlo a conocer tal como lo hizo alguna vez con otros conocimientos Anaximandro y Anaxágoras.

No sé si habrán existido escritos anteriores o posteriores a éste, lo único cierto es que el documento fue elaborado por el monje inglés; dicho pergamino que transcribo aquí con ansiedad y miedo reza así:

“ En la vasta región semidesértica del mediterráneo representada por un candelabro de hierro de siete brazos, cuando me enviaron en misión franciscana a la santa ciudad, fue cuando escuché por vez primera el verdadero origen de sustantivo divino Tetragrámaton.

Abd Ar-walid Al-rahman Ibn Bakr, anciano musulmán y heresiarca perteneciente a las antiguas tribus del desierto me reveló el origen de aquel perdido nombre. Recordó en su afán por abandonar el mundo de los vivos la historia que nefastamente me convertiría en frater del ocultismo.

En mi niñez no sé en que edad oí versiones similares que me condujeron amablemente a las misiones y los ayunos.

Intentaré traer dicha leyenda y contarla con el mismo temor con el que la escuché.
Aquel que fue anunciado desde los principios de los tiempos , nació el 25 de Diciembre del año 753 en las altiplanicies esteparias y semidesérticas suavizadas del Jordán, su madre bien llamada “la amada” junto con su humilde esposo lo criaron dentro de las costumbres de su generación; Abd ar-walid me relató que aquel hombre en su temprana infancia conoció la ciudad más grande su región y que en ella se perdió o se dejó perder, sus padres no se afanaron en hallarlo ya que conocían los ardorosos deseos de su hijo.

Cuando reapareció ya la torpe barba cubría su desconocido rostro y su cuerpo había derrotado sus viejos ropajes; ya no era un niño, ya no conocía su hogar, ni su tierra, sus hermanos tampoco lo reconocieron y su padre había muerto. Su mirada ya no era la de un hombre sino la de un sabio. Su estadía en los lejanos desiertos al lado de los anacoretas le habían endurecido el corazón, hablaba arameo, hebreo, griego, la versión antigua de la Tora y un centenar de lenguas más. Su conocimiento fue cultivado junto a los nómadas y los Sikhs , conoció entre muchas cosas el Canon Pali, el Tao-Te Ching, las antiguas historias de la sagrada escritura, los filósofos griegos y estudió lecturas tales como: “Sobre la naturaleza” de Anaximandro, “el Periphyseos” de Parménides y el “ Prostus Fisikons” de Zenon de Elea. Anduvo con los Jainas y los Zoroatristas, aprendió a pronunciar el eterno elemento del “Arje” expuesto por Tales de Mileto y en el Monte del Templo (que según Josefo era de 14 hectáreas, una de las joyas arquitectónicas más grande hasta entonces) rivalizó con el Sanedrín. Propuso que el único objeto del hombre era el hombre mismo, orientó su conocimiento hacia sus contemporáneos con tal fuerza que en poco tiempo se transformó en una verdadera figura pública. Conoció el mundo antiguo con el poder ilimitado de sus pies y en la región del Betábara se unió como discípulo de un hombre que se cubría con la piel del Camello.

Junto a él y otros seguidores recorrió profetizando por suelos de textura diabólica y tórrida de países indescifrables, en tierras santas cargadas de elefantes curtidos, donde los hombres se protegían de los vientos oscuros y de las tormentas de arena que parecían desaparecerlo todo con sus espeso poder infinito.

Pronto rivalizó con su maestro por principios filosóficos y religiosos, ya que veía en la justicia y en la virtud el verdadero sentido de la vida y reconocía a un Dios, pero a un Dios piadoso y sobreprotector.

Robó a su preceptor muchos discípulos y abandonándolo lo dejó morir decapitado en un castillo
acosado por los besos y caricias inmisericordes de una devoradora de hombres. En el primer día que pretendió predicar fue apedreado y perseguido por soberbias caras y por manos despiadadas. Junto con el “Mellizo”, el “Cananeo, “el Magnánimo”, “el amante de los caballos” y otros tantos empezó a promulgar una nueva religión.

En esta época se alió con los Zelotas y en el santuario debatió con los Saduceos y Fariseos. Con Samarios, Sirios, Egipcios, Árabes y Persas invadió las calles pavimentadas, el palacio, los jardines acuáticos, el teatro, el hipódromo, la piscina de Sios, la Probática y en el mismo Monte del Templo causó revuelo y rebelión. La guarnición “La Antonia” diseminada por todo el orbe controló y buscó con derrota al causante de aquélla situación. Más lo único que encontró fue el rumor de un líder que cada día se hacia más fuerte.

No pasó mucho tiempo antes de que su vida se convirtiera en un mito. El Coloso que aparecía seguido por un rebaño infatigable de hombres y que formaba alborotos y luego desaparecía sin dejar rastro alguno también le fueron concedidos milagros e historias fabulosas. Se decía de él, que era gustador del vino, de las fiestas, de las mujeres y que poseía una ternura inigualable por los niños, que controlaba los designios de la naturaleza y que comerciaba en el mar muerto con efigies que lo representaban como rey.

La región del Jordán vendida a Roma por un ambicioso de descendencia media-judía y que se casó diez veces, hermano de Filipo otro tirano ladrón similar a este déspota creó en contra del gran rebelde un extraño proyecto que redimiría las esperanzas del pueblo y acabaría con toda la profecía y leyenda en torno a este personaje.

Un año después de tan creciente fama el desconocido de barba histérica entró en la ciudad amurallada sin saber en ese instante que aquellos muros serían su perdición.
El rebelde vaticinó su muerte en el aroma de la “Flor de la pasión” y encadenándose en oraciones rogó por la vida y la eternidad.

Fue de noche y a altas horas cuando miles de teas vislumbraron la cara aborrecida por el rey. Vituperado por el sumo sacerdote, por el gobernador y por sus mimos seguidores fue obligado a afrontar la sentencia más bestial, sin embargo, mostró tal valentía que desde entonces su rostro martirizado fue representado en todos los lugares del mundo como pancarta de humildad y perdón.

Fue condenado al mayor castigo político de su época. Tan sólo dos maderos cruzados entre si y tres clavos de 18 centímetros sirvieron para acallar toda una filosofía.

La nación entera se reunió para observar el suplicio. Llegadas las tinieblas aquel que bien hubiese podido acabar con la tirana nación tan sólo tuvo alientos para expresar:

- Shadai, Shadai perdónalos.

De esta manera cumplió con su magnánimo plan y se convirtió en el chivo expiatorio más grande del universo.

Momentos antes de expirar exclamó con llanto el nombre de su padre.

- Tetragrámaton en tus manos encomiendo mi espíritu. - y murió.

Después de contar todo ésto el antiguo heresiarca calló para siempre. Quizá el personaje de su historia, me es prioritario creerlo así, tan sólo fue un modesto hombre que luchó hasta el final de sus días por su amada causa.

Mis contemporáneos Tomás de Aquino y Alberto magno jamás entenderían mis razones por conservar esta historia, por tal razón el pergamino descansará para siempre en el compartimiento oculto de la cubierta del tomo original de mi más querida obra.

Esta es la versión que me llevó a creer en otro tipo de verdad, una más real y justa.

El resto lo dejo a Dios, si tal es su nombre

Doctor Mirabilis
Oxford 1279
En prisión ”

No hay comentarios.: