01 enero 2008

CARTA A UNA MUJER ANTES DE SER RESUCITADA




La vida se te fue caudalosa
rojiza y de pronto se coaguló
en la mesa de la morgue.


De ti quedó el color rubio de tu pelo
el anhelado pubis y tus senos
aún excitando mi memoria


Pero el resto se ha desfigurado.
Están algunos gestos
con los que detenías, por milagro,
las miradas de todos los ausentes.


El viento sigue extrañando
tus tantos besos lanzados al aire
y en el colegio hay un pupitre
que se estremece casi moribundo
cuando confunde entre los pasillos tu sonrisa.


Está ya muy lejos tu abrazo
con el que señalabas
la llegada de la noche
y tu rostro es apenas
algo parecido a esas figuras
que se hacen con las nubes.


Pero casi siempre
se presienten tus gritos
buscando los gatos que dejaste
acostumbrados a tu tacto.


Casi siempre en algún lugar del día
las sombras salen corriendo hacia el cementerio
y allí se echan a llorar
dejando un reguero tierno de luciérnagas.


El balcón muchas veces ha deseado
lanzarse, sin pensarlo, hacia el estanque
donde solías darle color a los inviernos
y menos sed a los veranos.


La casa sigue ostentando la ligereza de tu cuerpo
y las tantas cosas que te fuimos regalando.


Hay evidencias de ti en todas partes:
una hebra de cabello en el nido de un gorrión,
la pestaña que soplaste de mis dedos
y que hizo guarida en mi bolsillo,
la lágrima que el eucalipto que abrazabas
decidió conservar en su recina,
el eco de tu voz en el fondo de la iglesia,
tus ojos aún riendo ante el espejo,
tu sonrisa saltando de recuerdo en recuerdo,
tus huesos en la tumba,
tu sudor en mi camiseta de goleador,
tus labios en la camisa de despedida del colegio,
tu olfato siempre entre las flores,
una gota de sangre entre las sábanas,
tu sabor de sexo en mi memoria
y otras tantas cosas
que muchos sacan en las tardes
cuando hay visita
para decir que eras buena y linda como un ángel
que nunca ha conocido la miseria.


De ti han quedado ciertas cosas y tu ausencia
el dolor, la esperanza
y cierto pueblo extraño
que ha decidido con todo lo que fuiste
recobrarte hoy a medianoche.


Ojalá nos funcione el aquelarre
y podamos recobrarte del vasto
territorio de la nada.

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