06 agosto 2019

Lógicas vitales

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Lógicas vitales

Fabio Andrés Delgado Micán
Proyecto editorial Babilonia limitada, primera edición, Bogotá 2018.

44 poemas componen este poemario.

Para Catherine Aimelet-Périssol la lógica vital consiste en la defensa  instintiva que resuelve el cerebro ante malestares internos. Hablamos entonces de una lógica vital primitiva: sobrevivir, que se matiza en tres: Huir, defenderse o replegarse. En la poesía de Fabio asistimos a un poema que se resuelve en cuatro versiones distanciadas que sirven como frontispicios de una temática particular. En el primer conjunto se identifica la lógica vital de la trascendencia; en el segundo, la de la perduración, en la tercera la del amor y en la cuarta la de la  transformación. No obstante, las cuatro afirmaciones están atravesadas por una insistencia lárica: remembranza continúa de la infancia, y de un mundo que desapareció sólo perdurable  gracias al poder de la palabra.

Como Jorge Teillier, maestro de la poesía lárica, Delgado asume en sus poemas la obligación de detenerse en las innegables imágenes de su pasado enfocándolas reflexivamente hacia los aspectos capitales o graves que demanda su presente. Sus poemas siguen la teoría de la lógica emocional, se enfocan en darle un sentido psicológico y biológico a sus más gratos recuerdos y sensaciones. Delgado, utiliza los mismos recursos mentales que permiten acceder a una lógica vital: ralentizar, ver y descubrir.

De esta manera es como el lector puede advertir, en la primera lógica vital, a los ancestros: el abuelo y la abuela, a los caminos y las casas pueblerinas como esencias de un paraíso perdido. En la segunda la naturaleza en toda su extensión: la labranza, el mar, el páramo o la lluvia como joyas a la deriva en medio de un desastre llamado presente. En la tercera, está  el afecto: la dedicación y la entrega a sus seres más adorados, además logra sinestesias y prosopopeyas que muestran la versatilidad de un poeta capaz de ponerse en la piel de otros seres y de sentir a través de otras texturas, sabores y sonidos. La cuarta parte deja al descubierto la denuncia: el coraje de denunciarlo todo. Repleto de esa enfermedad del siglo XX, su neurosis ataca a diestra y siniestra los hitos y promueve una plasticidad por nuevos personajes y nuevas temáticas. Consentir un comentario pornográfico, hablar de un rey carmesí, de una infinidad de voces quiméricas o jugar a la hipertextualidad con tres versiones de Venus, sólo dan cuenta de un lector consumado que re-crea y funda anacronismos. Indistintamente de lo que pueda sacar el lector de este bien logrado poemario, sus versos se supeditan a la necesidad de perpetuar una vida a través de la conversión comulgada con la palabra que evoca e invoca. Delgado Micán se reclama  a esculpir su esencia, por ello, su poesía consiste en un ejercicio al que obliga la memoria tal y como confiesa en su poema Manual de artesanía.

Quizás los versos que puedan resumir este poemario sean los del poema Lugar de origen:

Mi lugar de origen se ha marchado,
Sus huellas las atrapó el asfalto.
Yo recojo las semillas de los años
Con las manos moribundas,
Ásperas y rasgadas.

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