06 agosto 2019

Bestiario de luz

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Bestiario de luz

Yonny Vanegas
Rosa Blindada ediciones, Cali, 2018

54 poemas divididos en tres partes, la parte inicial: un bestiario; la central: una dedicación a la hija; y la parte final: una reflexión naturalista. El poemario se rige bajo el lema de la poesía objetiva que convierte al poeta en un manipulador semántico. Ser minimalista es entregarse a la actividad del purista, de escribir bajo el rigor conceptual declarando la precisión y la concisión como destino. Escribir así, entonces, es una de las tareas más complejas a las que un poeta puede dedicarse, Jonny lo logra. Este poemario expone a un poeta revelador, sus poemas nombran y definen. Más allá de la temática bestiaria, o sea, de esa fauna que puebla el libro, está la mirada reflexiva de aquel que atrapa el instante. Dos procedimientos utiliza Vanegas, por un lado está la herramienta milenaria del haikú, que consiste en atrapar el acontecimiento, y por el otro, está la fórmula lingüística lacaniana: el encadenamiento de significantes para dar cuenta del significado. En este sentido la posición de Vanegas frente al texto no es la del romántico sino la del sujeto que se despersonaliza para dar cuenta objetiva de lo que desea mostrar. Pero hay más, Jonny logra con sus poemas breves, la generación de metáforas innovadoras atrapadas ya no por la imagen sino por la fuerza  de la emoción; se trata entonces de una historia sensorial que busca acuñar frases-verdades. Por eso Raymond Carver no se equivocaba al afirmar que el milagro de las estéticas de la miniatura estaba en esa dilatación receptiva que provocaba cada poema más allá de su lectura.

La primera parte está anegada de dos profundas sensaciones, la sensación de observar el animal que se nombra y la sensación de estar siendo atrapado por una dimensión oculta de ese ser que es revelado. El título de esta parte es La línea que divide dos precipicios, versos que pertenecen al poema El gato. Los mejores poemas, de su brevedad poética,  sin lugar a dudas, están aquí. Pero en la segunda parte que se titula Violeta y los pájaros, asistimos a una delicada ofrenda que el padre hace a su hija; la convierte en personaje de un poema que se divide en ocho secciones donde el poeta intenta explicar, a  la niña, a través del símbolo pájaro lo que es la vida desde el nacimiento hasta la muerte; quizás los versos más tristes y más significativos sean:

Vamos
A un lugar sin aire

Un lugar
Para el abandono de todas las voces.

La última parte: Las palabras llegan limpias a la orilla, está atravesada por la perspectiva que busca identificar al poema y al poeta en otro símbolo de la vida, así el pájaro se repite como metáfora-guía para que estas visiones de Zahorí atrapen lo invisible.

El poemario es una invitación de un hombre que como Adán va nombrando el mundo, pero ya no para él sino para el sujeto amado: su hija.
Un poema:

Origami

Lo termino de doblar
Y dejo que galope
Sobre el escritorio

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