Hace
poco tiempo, en París, interrogado por los periodistas acerca de cómo se está
defendiendo Iberoamérica de la invasión cultural de la época, Gabriel García
Márquez respondió que no tenía tanto la sensación de que nos estén invadiendo,
sino de que somos nosotros, los latinoamericanos, quienes estamos invadiendo
culturalmente al mundo.
Gabriel
García Márquez citado por William Ospina en:
La
nueva cara del planeta Latino
Escribir con determinado criterio o, por lo
menos, que este, se acerque a ser un argumento lúcido para comprender la poesía
actual de una lengua determinada, requiere, ante todo, de un esfuerzo atento y
a la vez de un estudio puntual que indague restrictivamente, sin caer en el
agotamiento, sobre aquellos patrones universales que hacen posible la evolución
de los rasgos poéticos en una época establecida.
O sea, aquellos rasgos, casi imperceptibles en
algunas ocasiones y, muy relevantes en otras, que figuran la continuación de un
arte. Tales características acordadas solamente para generar una teoría
respecto a los discursos modernos que hagan posible la justificación, la
intelección y la herencia, sirven en muchas ocasiones para dar forma a los
discursos académicos que en últimas se encargarán de nombrar o
institucionalizar, en los años consiguientes, lo más representativo, original y
veraz, que, quizás, pueda convertirse en una generación, un movimiento o un
fenómeno lírico.
Partiendo de esta premisa, es claro, entonces,
advertir que toda poesía es moderna, y que toda poesía es a su vez vanguardista
y tiende, si los principios del movimiento filosófico me lo permiten, al
postmodernismo o la transgresión, la poesía busca matar a sus padres, al
pasado. Por ello, cuando se habla de la poesía de una época en una lengua
determinada, lo más que se hace es hablar de los ensayos y puestas en común que
las voces que escriben en esa época buscan perfilar para trascender y
diferenciarse de sus precursores o de la sombra tutelar de los grandes sistemas
líricos que lograron un imperio, una conservación, extensión y actualización en
el tiempo.
Tal es el caso de grupos poéticos o de
personalidades poéticas que avasallan, globalizan y salvaguardan un credo.
En el caso del habla hispana, la poesía logró
un auge de movimientos en la época histórica literaria denominada como
modernidad donde se fue, colateralmente, concibiendo lo mejor de la Poesía
Pura. Digo y puntualizo Poesía Pura (desde la definición de Juan ramón
Jiménez), como concepto para unir y hacer comulgar todos los experimentos que
vivió la poesía de la lengua española a partir del modernismo.
Sólo a través de este concepto podemos reunir
estelas de fenómenos gigantescos tales como el surrealismo, el creacionismo, el
decadentismo, el concretismo, el marginalismo y todos aquellos ismos que se
puedan imaginar hasta, llegar a los cada vez más, conjuntos minúsculos que
sirvieron también para dar identidad a generaciones en países y épocas tales
como el nadaísmo, el dadaísmo o el conversacionalismo, entre muchos otros que
por su lado fueron decantando experiencias que trasmitieron ímpetu, interés y
moda; tal es el caso de la poesía revolucionaria, la antipoesía, la poesía
urbana y tantos y tantos nombres más que oscilaron entre el experimentalismo y
el convencionalismo logrando perpetuar nombres con una sonoridad inigualable,
tales como Cesar Vallejo, Lezama Lima, Nicolás Gillen, Alejandra Pizarnik,
Roberto Juarroz, Rafael Alberti, Ruben Bonifaz Nuño, por solo nombrar a algunos
de los tantos que completarían esta constelación de inmortales.
Si de algo podemos estar seguros es que hasta
la mitad del siglo XX para todos es reconocible, distinguible y hasta común la
referencia ya histórica de generaciones poéticas, de nombres propios a
movimientos poéticos y de la señalización de representantes trascendentales.
Esto se debe a que han pasado ya más de 50 años desde que se hizo, por parte de
laboriosos críticos, el ejercicio de concretar, advertir y categorizar, a
través, de estudios, más extensos que este, lo que en aquellas épocas escribían
los jóvenes poetas.
Los ensayos de Pessoa, Bousoño, Dámaso Alonso,
Ángel Rama, León de Greif entre otros, sirvieron para que hoy, podamos rotular
esa poesía vanguardista, ya no como vanguardista, sino como hoy en día se
conoce, o sea, bajo el nombre propicio que se le dio a cada rasgo particular.
Algunos fueron bautizados bajo el apadrinamiento de una revista, otros bajo la
emoción o filosofía que pujaba entre sus letras.
Esto y no otra cosa es lo que intentaré cuajar
de algún modo propositivo en este ensayo respecto a las últimas generaciones de
poetas que escriben en lengua española.
LA
POESÍA POSTMODERNISTA Y LAS OCHO ESPECIES DEL YO POÉTICO
El nombre común histórico y filosófico para
comenzar a dialogar sobre la poesía de todos los países de lengua española (la
segunda lengua más hablada en el mundo como lengua materna), escrita después de
1970, es el postmodernismo. Si bien, este discurso que se estableció desde los
60, es el que sigue nombrando nuestra actualidad.
Hasta que, por obra y gracia de la filosofía,
la cultura y la ciencia nazca un nuevo discurso de saber, no podremos
referirnos, a otra época mundial, en ningún tema que se trate, sea este
científico, plástico, educativo, psicológico o social, de otra manera.
Borges por añadidura casi lingüística y
editorial, más que generacional, ha sido muchas veces antologado, y estudiado
como un postmoderno, sin embargo, es de sobra, para todos conocido, que él
mismo fue enfático y lucido al identificarse como moderno. Así mismo Cervantes
y hasta el mismo Homero han sido considerados, con extravagantes discursos
polifónicos, como autores postmodernos; las excentricidades no tienen límite y
aunque para muchos señalar toda la poesía escrita en lengua española después de
1970 como postmodernista sea ya, también, una extravagancia, considero que la
nominación no es del todo incorrecta.
Sin embargo, la poesía después de 1970 escrita
en lengua española pertenece a tres continentes y a más de una docena de países
con culturas y fenómenos sociales y líricos históricamente distinguibles. Esta
heterogeneidad al parecer no plantea mayor problema al intentar fijar el estilo
más concurrido por los poetas. Juan Ramón Jiménez llamó a la técnica de crear
poemas con versos libres, poesía pura, ya que, por medio de esta práctica, el
poeta podía abarcar con mayor facilidad las masas de sensibilidad que su alma
quería expresar, La poesía casi mundial en la era postmoderna se inclina hacia
este artilugio, la poesía en lengua española, en suma, es una poesía de verso
puro donde el poema pasa a ser un recurso agónico.
Los movimientos poéticos en general y
particularmente —en Hispanoamérica— han estado determinados por una constante
oscilación de fuerzas antagónicas universales, a saber, que se pueden encerrar
bajo una categoría de la percepción sentimental del discernimiento humano: “el primer conjunto que para el caso
denominaremos aristotélico, congrega la personalidad sensible dada a la
intelectualización de la lengua por medio de la estructura sintáctica
psicosocial de las abstracciones; en este conjunto están los poetas que
conviven con su época, que se comprometen con tendencias axiológicas y con
concepciones morales y éticas, definen el poema como extensión de su expresión
intelectual y como fuente de conocimiento de los hechos, para comprender la
condición humana, su pulsión básica es la potencia Tanática, fuerza devastadora
y cosmológica que reflexiona sobre lo perecedero y la muerte y que hace posible
la configuración de hombres y mujeres entregados disciplinadamente al quehacer
de la poesía observando en este arte una forma poderosa de transformación; no
procuran el develamiento o la exposición, sino más bien la revolución y la
innovación, están contextualizados y afincados dentro de la realidad y el
saber. Por último, su poesía es muestra factible y veraz de las percepciones
filosóficas que dirigen su discernimiento.
El
segundo grupo se denomina, grupo platónico, está caracterizado por una visión
del universo menos aturdida socialmente; la personalidad de este conjunto está
establecida por una sensibilidad dada a la contemplación de la lengua por medio
de la estructura sintáctica psicosocial sensitiva; en este grupo se encuentran
los poetas que se mantienen al margen de su época, sin adhesiones ideológicas,
sin embargo, este alejamiento no se da caprichosamente sino más bien como
técnica cautelosa para resguardar las verdades trascendentales que se ocultan
tras su mente reveladora, son seres impulsados por la pulsión del Eros, fuerza
promotora de un constante hedonismo y de una sensación extraña de placidez asombrosa, su percepción se encuentra entregada al
sentir básico de sus individualidades emocionales, surten al mundo con oráculos
y con imágenes espectaculares que enriquecen el discernimiento; definen el
poema como extensión de la expresión plástica (imagen, sonido, gusto, tacto y
demás) y como fuente cabalística de los acontecimientos para comprender la
condición humana”[i];
estos dos conjuntos totalmente diferenciados son las fuerzas emocionales que
marcan el ritmo y la personalidad de
toda la poesía en lengua española de la postmodernidad.
Este diagnóstico sirve para comprender el
sentido poético, para filosofar sobre el quehacer de la poesía en el mundo hoy
en día, sin embargo, cuando se busca ser más detallista sobre el quehacer hay
que prescribir que la poesía en lengua española no se puede abarcar desde un
título generacional, no se puede hablar de movimientos poéticos ya sea
utilizando la razón social de muchos grupos de poetas o de los discursos de
moda, hasta no comprender, bien, las diferencias retóricas que interiormente
han movido la historia de cada país.
Para que el estudio no se torne en algo
inabarcable y utópico, y tan sólo llegue hasta los linderos de la concepción
liminar de un comentario crítico sobre la poesía escrita por generaciones de
poetas nacidos después de 1970, he
fijado el margen de las variables líricas de todos los países a ocho especies
de expresión poética, en las cuales es posible dividir el “yo lírico” cultural
o geográfico de la lengua española; estas regiones poéticas sólo son una
herramienta del crítico para agrupar sentires y tolerar tras una homogenización
razonable lo que llevaría años y años de estudio individual:
1. LA VISIÓN ESPAÑOLA O LA POÉTICA DE LA
INCERTIDUMBRE MONUMENTAL.
En esta poesía el ser que escribe se adapta a
su época por medio de una ambientación cotidiana que es transformada a partir
de elementos fabulosos, el poeta incursiona en atmosferas que transforman, que
cambian la realidad y le trasmiten un sentido de extrañeza. El fin es claro, lograr
mostrar lo que hay en la trasparencia, en ese contexto que apabulla con tanta
solemnidad y que se derrumba entre tanta divergencia de asuntos degenerativos.
El poeta europeo vive en ciudades monumentales,
ciudades históricas que se derriban, que se hacen cada vez más pueblos de
leyendas urbanas, que cada vez tienden en el escenario atmosferas propicias
para fabular y conjugar la destrucción del mundo con la inexorable y digna
ruina de la historia.
El poeta es realista, en suma, agónico y
fabulador. Este caso de mixtura se ve también en el cine; una metáfora que
podríamos utilizar para estos poetas es la de “El laberinto del fauno”; los
poetas son esa niña que ve lo que se esconde tras las ruinas, son ese, para
citar otro ejemplo del celuloide, el sacerdote de Alex de la Iglesia en “El día
de la bestia” que es capaz de observar la maldad en la trasparente destrucción
de la realidad.
Los poetas nacidos después de 1970 convivieron
con el desastre que dejaron las dictaduras, tras la extinción del franquismo
los poetas que publican en los setenta se lanzan a decir. Hay una avalancha de
libertad que llena de éxtasis realista al español, la palabra le ha sido dada
de nuevo para trasmitir y hacer legible los desastres de una época oscura.
Quienes siguen a estos sobrevivientes, acogen ese estilo, pero no como un
instrumento esencial de la libertad, sino que adjudican a la técnica realista
la clave para conseguir su voz poética. La poesía de los ochenta o la bien
llamada “Generación de la experiencia” se concentra en revelar situaciones
poéticas realistas que aunadas a la base emocional irán dando pie a los poetas
de los 90 para crear ese realismo neo fantástico, esa técnica de hablar entre
las ruinas para mostrar la fábula.
Hablamos entonces de una poesía liderada por la
historia política, una poesía que logró desbordarse y que poco a poco ha ido
perdiendo el sentido realista de esos poetas liberados del silencio de la
dictadura, hasta llegar a unos poetas muy jóvenes que influidos por el peso de
las imágenes fabulosas se dieron a la tarea de la magia.
Hoy por hoy la poesía europea y sobre todo
española encuentra en la incertidumbre monumental de su realidad el medio
exacto para originar su propio yo poético.
El carácter referencial de la poesía española
utiliza la incertidumbre monumental, la variedad histórico-social, y las
ciudades llenas de monumentos y de anécdotas de guerra, y se sirve de ello para
figurar laberintos existenciales, agónicos que permitan desahogar a hombres y
mujeres que no logran dar con la parte del laberinto donde se encuentra la
salida.
Baste con mencionar los versos de Esther
Jiménez “Casi una rapsodia bohemia” para firmar esta generación:
“Empiezo
a ver de noche. Los insectos
se
vuelven hacia mí, van hacia mí
los
pájaros nocturnos. En Madrid
hay
un constante ruido de murciélagos;
sus
alas no son más que sendos brazos,
me
digo, pienso y digo que hasta aquí
mamífera
de noche me dormí
colgada
alguna vez. Y que he volado.
Confundo
los abismos con las sombras:
unos
me siguen y otras me suicidan.”
La poesía española de los nacidos después del
70 está invadida por presencias fantásticas y tutelares que dan sentido a la
realidad y que de alguna manera la explican y la alivianan. Quizás para ser
concluyentes del todo, el mejor concepto de esta generación de la incertidumbre
monumental la encontramos en el poeta Eduardo García que en su poema “En el
cuadro”, nos dice:
“El
cuarto donde escribo mis poemas
contiene
una región inconcebible.”
Estos umbrales que utiliza la nueva poesía son,
no sólo una técnica homogénea en la escritura de los poetas, sino que son a la
vez unos instrumentos de alianza y escape, de aventura y búsqueda, crear un
portal y atravesarlo, convertir la realidad en un hecho irrefutablemente
existencial hace que la nueva poesía española y europea escrita en lengua
española esté radicalmente entablando una nueva manera de crear poesía que aúna
el desencanto, el desarraigo, la despersonalización y por supuesto el rasgo
colérico para trasmutar en nuevas fábulas, en historias plásticas la realidad
maravillosa, esa incertidumbre monumental.
Por último, cabe afirmar que la poesía española
no está generando ruptura con la libertad de expresión que lograron ganarse los
de la generación del 70 y 80 los de la experiencia, sino que lo que viene
sucediendo con los nacidos después de 1970 es, el asunto aquél de la madurez,
de la agudización de un estilo que nació realista y que ahora trasmuta en un
irrefrenable lirismo de incertidumbre monumental. Algunos de los representantes
de esa luminaria son:
Carlos Marzal, Eduardo García, Rosa Lentini,
Eugenia Rico, Josefa Parra Ramos, Lorenzo Oliván, Yolanda Castaño, Esperanza
López Parada, Guadalupe Grande, Miriam Reyes, Javier Rodríguez Marcos, Graciela
Baquero Lorenzo Oliván, Esther Jiménez, Lorenzo Plana y Ana merino, entre
otros.
2. LA PARTE ISLEÑA O LA POÉTICA DE LOS
DESPLAZAMIENTOS SUSTITUTIVOS:
El caso de las islas americanas de habla
hispana es muy distinto al informe europeo, allá se desencadenó un realismo
fabular, que nació en el mismo corazón de aquellos que fueron libertados del
valle de las sombras franquistas, de ese laberinto que los había sumido en el
umbral de otra época.
En américa, en las islas, se vivía el clamor de
la revolución, una guerra sin cuartel que dejó muertos a lado y lado y que al
triunfar fue educando todas las generaciones posteriores. Una revolución que
dejó en silencio las reuniones intelectuales de los poetas mayores, debido al
ruido ensordecedor de los fusiles, en este panorama, donde antes, la mejor
poesía cubana de las islas americanas lograba toque universal por medio de la
revista Orígenes, y de poetas del corte de Lezama Lima o Fayad Jamis, se dio el
fenómeno del entusiasmo revolucionario que comenzó con la revista el Caimán
Barbudo y con los paisajistas poemas de los montunos.
El conversacionalismo y el tajosismo
avasallaron el espacio poético y lo que hubo durante muchos años en cuba fue
una poesía social y denunciante que abrevaba en la trova y en el exceso de
crítica de los experimentos antipoéticos.
Los nacidos después de los 70 se criaron
leyendo las dos caras de la moneda y esas vertientes de las que bebieron fueron
suficientes para educarlos y confundirlos.
Cuba y República Dominicana, islas hijas de
dictaduras y pobres soluciones de estado, se convirtieron en las inmigrantes
del mundo; el fenómeno atendió a dos causas, por un lado, el mismo hecho de ser
islas obligó a los isleños, a navegar, a viajar para pasar fronteras, para
conocer países y por el otro lado esa ola de migración tenía el propósito de
una mejor vida, de una vida más tranquila.
Así pues, los nacidos después del 70 son
hombres y mujeres que crecerán en el más extraño ambiente de la confrontación
global con la revolución, estos seres buscarán una resonancia que se polarizará
hacia un encuentro eslabonado con la poesía pura.
Tal vanguardia, que es una recuperación de la
palabra perdida establece una lectura dada a una posición ante el mundo, ante
una identificación de un lenguaje ya no abarrotado de conceptos coléricos,
insufribles ni ante una época donde la posición política era un factor determinante y privilegiado de
la madurez hacia lo que se consentía como ser hombre o mujer, ahora son otros
los patrones que se visualizan y que promueven una espacialidad, una
proyección, la base política se hace
pesada para aquel que encuentra en la palabra una ventaja expresiva, para el
que supera el nudo categórico de la relación dependiente entre el suceso
contextual de su sociedad y su ser, ahora los poetas escriben para demandar no
el festejo de una revolución sino para examinar, evaluar y valorar con criterio
las consecuencias de esos movimientos históricos que crearon una especie nueva
de isleño, de ser insular. Estos jueces son ante todo unos magistrados de la
palabra desasosegada, la impresión que hay en su estilo proviene de una
institucionalidad de la angustia y el desamparo, de lo derruido, de lo
corrompido.
Estos hijos nacidos en la guerra fría, entre
los misiles y el tiempo que corroe las mejores columnas monumentales de la
historia caribeña, conceden a su palabra la ventaja de pronunciar discursos de
desalojamiento.
Podríamos decir que la poesía isleña es una
poesía de ensordecedores silencios, que abreva en un siglo, cómo dijo don
Federico Henríquez y Carvajal de conducta y de valor.
Si ante Trujillo hubo una generación de poetas
sorprendidos e independientes, lo que nace con la libertada de expresión tanto
en la isla de Fidel como en república dominicana será, una generación en crisis
de realismo.
Es llamativo y hasta prudente el título con el
que el estudio de Enriquillo Sánchez comienza: La poesía bisoña (Poesia
dominicana 1960-1975). Decir que lo escrito en la actualidad pasa a ser el mero
ejercicio itinerante de inexpertos ante el oficio y el arte es provocar una
alarma, pero a la vez consentir una forma de nombrar o señalar para ser más
exactos la forma neo-poética como se expresan estos angustiados de las islas.
Alguien que puede resumir este fenómeno lírico
es Walfrido Dorta Sánchez que en su estudio: “Estaciones, estados, documentos:
panorama de la poesía cubana en los ‘80 y los ’90 del siglo XX” publicado en
los “Anales de Literatura Hispanoamericana (Vol. 31 (2002) 17-38), logra de
manera lucida compactar en un párrafo la
evolución poética así: “la poesía cubana estuvo marcada por la paulatina
derogación de la norma coloquialista, y la emergencia de otras prácticas escriturales
que pluralizaron el panorama poético insular” eso y nada más que eso es lo que
hay en estos inexpertos líricos que hoy por hoy dan a conocer un nuevo ser
isleño.
Pero quizás sean las palabras del poeta
suicida, Ángel Escobar, las que mejor definan el lirismo de las islas:
“Aquí
se vive como al centro de un día
con
los bordes comidos por los pájaros [...]
aquí
se
duerme como en el último banco de una estación
cualquiera,
desde
la que ha salido el primer
tren
y el último [...]”
Los exponentes que se pueden nombrar son
aquellos poetas de Diáspora(s), cuyo concepto, que bautizó un movimiento de los
noventa, sería el mejor nombre para señalar la generación de estos poetas
isleños: la generación diáspora. De este nido podemos nombrar: Ricardo A.
Pérez, Rogelio Saunders, Rolando Sánchez Mejías, Carlos A. Aguilera, Pedro
Marqués e Ismael González Castañer.
3. LA PARTE MEXICANA O LA POÉTICA DE LA PALABRA
CONJURANTE:
El nativo y el criollo del norte de centro
américa, el mexicano para ser más exactos, tiende a sustentar su historia bajo
un racimo de poetas fronterizos dados a la influencia de una cultura netamente
cerrada entre los hispanos mexicanos y la confrontación con la barbarie de su
misma evolución metropolitana.
Tal fenómeno que promovió la privatización, el
arbitrario enriquecimiento frente a la propiedad y de las empresas y que fue
dado por una fila de presidentes donde vale recordar a Miguel Alemán, a Adolfo
Ruiz Cortines y a Adolfo López Mateos, concentró masas de desadaptados en las
grandes urbes y fue dejando un desierto de ínsulas pueblerinas en la canícula.
Pero México tiene un detalle revelador para la
poesía y es el hecho de que fue uno de los países que a mediados del siglo
veinte se convirtió en mecenas y protector diplomático de los grandes genios
perseguidos. León Trotski, Max Aub, Leonora Carrington, Luis Buñuel, Fidel
Castro, Juan Gelman, entre tantos otros, hicieron una revitalización de lo
propio mexicano, de la historia propia de México siendo unos extranjeros. Este
rasgo de casa de huéspedes, hizo que los poetas hasta mediados de los 50 o más
se empujaran con todo y sangre y maíz y llanto a relatar el indigenismo por lo
demás muy barroco pero que resucitaba un nacionalismo interesante ante la
cosmopolita y metropolitana idea del progreso que se construía.
No obstante, la llegada de Octavio Paz marca un
antes y un después. Aunque hay genios tutelares que se dedicaron a la
curiosidad por formas orientales y universales, fue Octavio Paz quien logró un
asentamiento en la palabra digno de sabio.
“Piedra de sol” será el umbral desde donde
comienza un nuevo andar para la poesía mexicana, pero me atrevería a decir que
antes que la poesía experimental que hace una revolución conceptual en la
expresión lirica de México, es, ante todo, el ejercicio como crítico lo que
hace que Octavio Paz se convierta en ese semillero de rotundas claridades para
afrontar la poética.
Ya no se trata de justificar el carácter y el
deber político e histórico sino de hacer prevalecer la palabra como palabra
reveladora, como magia, como arte. A eso es a lo que se dedican Octavio paz y
Alí Chumacero y eso basta para que la historia de la poesía de México comience
otra etapa.
Atrás quedan El ateneo, Los contemporáneos y
poco después en los setenta los mismísimos Huerta, Chumacero y Paz.
Ahora la poesía se hace para conjurar, todos
los nacidos después de los setenta, consiguen eslabonar el pasado en una
palabra conjurante que establece un remedio para afrontar la realidad.
Petas como Claudia Posadas, Álvaro Solís, Hugo
de Mendoza, Antonio Rodríguez, Iván Cruz, Rubén Márquez, Alí Calderón, Miguel
Ángel Ortiz o hasta algunos muy jóvenes como Cesar Bringas o Diego Espíritu, ha
establecido esa comunión entre la tradición y la transgresión. Han hecho de la
palabra la herramienta que posibilita los conjuros, que posibilita esa gana
endemoniada de dejar un testimonio mágico de lo que fue vivir.
El nuevo poema mexicano busca atestiguar a
través de la magia que tiene la imagen poética y la imagen realista de la
tradición. La nueva poesía mexicana tuvo que dolerse de esos tres fenómenos: el
político, el social y el poético para poder crear a hombres que dijeran con
severidad y veracidad los versos de Miguel Ángel Ortiz:
“Unos
y otros
Como
los hombres
Como
las historias que cuentan al hombre
Y
que los hombres cuentan a sus descendientes
No
me dormí ni apagué la lámpara
Para
decir que había vivido”
4. LA PARTE CENTROAMERICANA O LA POÉTICA DEL
RITO:
Abarca a los poetas empotrados a un fuerte
origen indigenista y de herencias políticas radicales que consagran un punto
entre el desamparo del éxodo; por un lado, tienen la presión mexicana como
frontera y por el otro, el atestiguamiento de la migración compulsiva de los
pueblos suramericanos.
Pero lo que más marca a esta región poética es
su historia política de 40 años de ultraje, muertos e indiferencia.
No obstante, los movimientos son
acontecimientos colaterales, reflejos automáticos que comienzan con cierta
torpeza, pero con mucha entrega a desovillarse en una estética revolucionaria
feminista e indigenista, con el tiempo esa mixtura decantará en un rimbombante
espectáculo pandillesco que dejará por todo el territorio una expresividad
repleta de rito y coraje.
Así pues, sí antes los poetas de Centroamérica
tuvieron que refugiarse en México o en los países andinos, los nuevos poetas se
quedan en el terruño para gritar desde adentro.
Es como si se tratara de un ajuste de cuentas,
muchos de estos poetas ya no hacen un panfletario poemario al estilo de
Cardenal o se provisionan con los frutos indígenas de Asturias, sino que
reclaman un recolector de recuerdos para promover frente a la fogata la
añoranza por lo perdido, su rito es una especie de abrazo a los fantasmas, de
fuerte reconciliación con lo querido.
En este sentido la poesía centroamericana
comienza a revertir y a consolidarse como algo nuevo puesto en el mundo. Poemas
de la talla de Óscar Borge, Jorge Galán, Carlos Clará, Rebeca Herníquez,
Eleazar Rivera, entre tantos otros conducen esa lamentación y esa invocación no
por el homenaje sino por el breve reconocimiento de la herida.
No es que olviden a Salomón de la Selva, a
Roque Dalton, a Pablo Antonio Cuadra, a Roberto Sosa, a Joaquín Pasos y otros,
sino que se concentran en:
“derrumbar
el protocolo de lo posible” como dice Óscar Borge.
La poesía de esta nueva generación hace
rituales para mantenerse unida a su pasado para asentar un precedente de que no
todo es del olvido.
Javier Alvarado lo dice bien en la primera
parte de su poema “Enterradero de El Ciprián”:
“En
este enterradero todos tenemos epitafio
Una
oscura canción que nos persigue desde el pasado hasta el presente
Como
una guirnalda de pobres vegetales,
Estos
muertos que me habitan a veces, que tanto cargo
Que
corrijo en sus posturas, en sus gestos, en sus hábitos,
Que
corren detrás de mí como el niño tras el llanto amargo del agua
Se
van navegando junto a mi sangre
Como
se va escapando el invierno en su fragata.”
Son una generación que tendrá nombre propio,
historia, un nicho temporal que se amarrará a la historia y que será la
conciencia más honda de ese aprisco de pueblos.
5. LA PARTE TROPICAL O LA POÉTICA DE LA
RESTITUCIÓN:
Abarca a Colombia y Venezuela, los cuales
tienen como eje temático común el avasallamiento de las generaciones
desencantadas y experimentales que promovieron una voz clara de sonoridades
latinas de lo tropical.
Estos dos países más que ser la entrada a Sur
américa son dos fenómenos geográficos asombrosos debido a su heterogénea
reunión de selva, altiplano, cordillera, llano, nieves perpetuas, mares, lagos,
arrecifes, manglares y demás. Sin embargo, lo que más perturba en estas
regiones es la canícula, el avasallamiento de un clima sin estaciones que forja
una atmosfera de tórridos enjambres gaseosos donde el agua y el aire logran el
espejismo de una cultura demasiado tiranizada, demasiado vigorosa, demasiado
explosiva y demasiado mística.
En ella algunos de los movimientos marginales,
transgresores y vanguardistas comenzaron su oleada. Balleneros y nadaistas, promulgaron una
guerra simbólica contra la cultura de turno y logaron la explosión experimental
de formas cotidianistas y comunes para que la poesía se convirtiera en algo más
urbano, más popular y de más fácil acceso.
La disolvencia o el desvanecimiento de estos
grupos poéticos dejó en consternación el horizonte poético y los poetas de
barrio y clases media y baja comenzaron a sentirse huérfanos de un ideal. Esto
hizo que la poesía en turno se viera obligada a conciliar al padre perdido con
los abuelos maternos.
La poesía comenzó un fuerte proceso de mutación
que dejaba en claro la preocupación por una estética tradicional que pudiera
coquetear con la vanguardia evolucionaria de los poetas insurrectos de los
cincuenta y los sesenta.
El experimento dio resultado y la orfandad
produjo un desarraigo de formas innovadoras que fueron consolidando voces. La
poesía volvió al antro hierático de los salones de bohemia y la poesía recuperó
su imagen marcial frente al arte. Sin embargo, la poesía de los setenta
monopolizó los ambientes liricos y se enseñoreó de haber salvado de quien sabe
que agua mala a la poesía misma.
Las nuevas generaciones han estado al borde de
esa marginalidad poética que ya no tiene que ver con el bien escribir sino con
el buen relacionarse.
La poesía de los últimos años no obstante ha
vuelto a emerger entre la juventud de una manera que tiñe movimientos y formas
y su búsqueda extraviada por una autenticidad deja en claro voces completamente
originales y personales que van en busca de una consolidación.
A diferencia de las otras geografías los poetas
de esta región pudieron nacer sin el horror y se criaron bajo la tecnología;
constituyen un ciclo de eslabonamiento entre la guerra y “la otra guerra” ya
que su adolescencia se nutre de los conflictos que se ven acelerados de manera
abrumadora en sus países.
Así la poesía de los auténticos extraviados
restituye un credo: el arte por el arte.
Poetas tales como: Andrea Cote, Fadir Delgado,
Alejandra Lerma, Oriette D’Angelo, Henry Alexander Gómez, Hellman Pardo, Zeuxis
Vargas, Iván Cruz, Francisco Catalano, Luis Perozo Cervantes, consolidan un
grito de imágenes nuevas, de dar valor a la pureza del verso en la comunión que
debe tener con la imagen.
Los poetas del trópico restituyen la forma
establecida del verso puro y categorizan la familiaridad de la imagen como una
plástica que puede dar nombre a lo asombroso y a la propia biografía.
Oriette D’Angelo define esta generación de esta
forma:
“porque
dicen que del polvo nacen las estrellas
y
somos polvo
somos
eso
que
se esconde en la ranura
en
la rendija”
La poesía de la restitución es una auténtica
apuesta por lo extraviado.
6. LA PARTE ANDINA O LA POÉTICA DE LA LENTITUD
MELODIOSA.
Anclada en los poetas ecuatorianos, peruanos y
bolivianos; se define como una poesía de fuerte herencia campesina e indígena
que promueve situaciones de lenguaje pausado y de influencia poética pura.
La juventud de la cordillera de los Andes es
una juventud arraigada al mantenimiento y respeto de sus ancestros, no
obstante, los jóvenes poetas se han nutrido de las vanguardias.
Y aunque trazan experimentos sintácticos,
formales y estructurales en el poema como forma y como expresión, el clamor de
palabras antiguas y lugares sagrados los atiborra y los define. No pueden dejar
de lado su entorno repleto de sonoridades indígenas, las lenguas, chibcha,
quechua, aymara y demás se alternan a una legua española contemporánea llena de
modismos donde el mestizaje del lenguaje hace que la poesía detone en mil
colores. El color abunda en estas musicalidades, hay sinestesia en la palabra
andina.
Los nuevos poetas tienen una deuda y un luto
con Blanca Varela, con Juan Gonzalo Rose, con Jorge Eduardo Eielson, con
Jorgenrique Adoum, con Ana María Iza, con Rubén Astudillo, con Óscar Cerruto,
Jaime Saenz, Edmundo Camargo y Blanca Wiethüchter entre otros que se
adelantaron y consiguieron una voz inédita y voluminosa.
Por ello, en su afán de desmembramiento y
autonomía la poesía escrita por los nacidos a partir de los años 70 reformulará
las tendencias y sin irrespetar el legado contraerá nupcias con el canto y
lentitud, con el color y la sangre.
Poetas como Carla Badillo, Santiago Vizcaino,
Xavier Oquendo, Sandra De la Torre, Yuliana Ortiz Ruano, Mónica Velásquez
Guzmán, Oscar Gutiérrez Peña, Benjamín Chávez, Paura Rodríguez Leytón, Pamela
Romano, Nilton Santiago, Javier Manuel Rivera, July Solís, Lady Paredes, entre
otros transita por eso linderos de densa melodía.
La mejor forma para reconocer este oficio de
los bardos postmodernos andinos es citando algunos ejemplos:
Niltón Santiago a pesar de su intento por
mezclar el mundo moderno con su corazón lo único que llega a revelar es el
signo de una independencia dada a una poesía que murmura el son de los conjuros
ancestrales:
“la libertad y la belleza y la dignidad se
remanguen los pantalones y crucen las aguas cristalinas de todos los amaneceres
para traernos a la cama un puñado de sueños recién horneados”.
Lo chamánico y lo la inocencia de esa
cosmovisión que empotra en su pecho el indígena está claramente en toda la
poesía de los bolivianos, baste citar este poema completo de Gabriel Chávez:
“Una
rendija
Y tomando barro de la acequia
el
niño formó cinco pajarillos cuando nadie lo veía.
Se
alisó entonces el cabello que le cubría la frente
tomó
aire
sopló
suavemente sobre ellos
y
echaron a volar.”
Los poetas de la zona andina ven en la poesía
un ente mágico al que se aferran con todas sus fuerzas para crear o destruir,
en algunas ocasiones, hasta para quedar vacíos, quien más puede definir este
atributo innovador de la nueva poesía de la parte andina es quizás Xavier
Oquendo con este inmejorable poema:
“De cómo el poema está prostituido por el
poeta que no quiere escribir, pero escribe.
Sí.
Ha vuelto.
Ha
vuelto a pasar por aquí́
la
pura zorra del poema,
la
perversa que aguarda en los caminos.
Ha
vuelto el hilo de su halo de misterio.
Ella
que es tan zorra como el sol cuando se enfría.
Ha
regresado a que se le oiga animal.
A
que se le huela con respeto.
La
zorra pasa y deja ese verbo y esa garra
y
enseña la intención de sus encías.
Quiere
estar como la noche: tan firme como
inmóvil.
Me
prostituye la zorra.
Y
no me da ni para el tabaco.”
7. LA PARTE PATAGÓNICA O LA POÉTICA ALTERNANTE
DE LA IMAGINERÍA.
Reconocida por la poesía de los países de
Uruguay, Paraguay, Chile y Argentina los cuales se ven influidos por las más
variadas lecturas postmodernas y por la fuerte tendencia del realismo
delirante.
De más está decir que el cono sur nunca se ha sentido
parte de las historias comunes de américa, salvo la independencia y ciertos
roces entre San Martín y Bolívar o de uno que otro pase gol, la historia del
cono ha sido la de una isla repleta de inmigrantes que poco a poco se fueron
haciendo dueños de todo a su alrededor.
De hecho, estos países han vivido las más
violentas guerras internas de dictadura y genocidio. De hecho, estos países que
hablan un español demasiado ajeno, demasiado extranjero, han creado sus propias
mitologías y sus propias formas de escritura que han dado plumas magistrales y
universales. La sombra de Pablo Neruda, Nicanor parra, Jorge Teillier, Roberto
Bolaño, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Juan Gelman,
Alejandra Pizarnik, juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Armonía Somers,
Augusto Roa Bastos, Elvio Romero, entre otros son una constelación que brilla
con luz propia e independiente del resto de américa.
Este hecho circunstancial al devenir de toda la
literatura mundial ha creado una sombra espesísima para que los nuevos
escritores logren algo original, sin embargo, hay ese algo original. Los poetas
que escriben hoy en día lo hacen con el furor de iniciar otro universo, de
olvidar y de dejar claro que dicha constelación ya debe clausurarse.
Por eso son de una fuerte expresión delirante,
su quehacer se hace con fuegos explosivos donde lo alternante busca un cambio
rotundo frente a la tradición.
El tono de los poetas busca tender un puente
hacia aquella tierra inhóspita que cultivaron con demencia, Saer, Fogwill,
Laiseca y Piglia, si estos literatos habían logrado separarse de sus mentores
en la narrativa, la poesía también tenía una esperanza.
Lo que encontraron los nuevos poetas del cono
fue un universo compensatorio.
Tras trabajar con denuedo en técnicas
postmodernistas: concretismo, objetivismo, hiper-realismo, fractalismo, entre
otras encontraron que no había otra forma de hacer poesía que no fuera
alucinando, que no fuera teniendo el cerebro encendido en delirios para poder
develar aquello escondido, para quitar la transparencia a las cosas. Muchos lo
han logrado.
Hablar de, por ejemplo, Tamym Maulen, Oscar
Saavedra, Ramón Oróstegui, Javier Bello, Cristina Saavedra, Felipe Eugenio
Poblete, Romina Cazón, Martín Armada, Claudio Archubi, Juan Arabia, Alejandra
Mendez, Riccardo Castellani, Daniel Umpiérrez, Christian Kent, Lía Colombino,
Camila Recalde, Giovanna Arzamendia, Edu Barreto, entre otros, es hablar de
unos poetas, que han venido construyendo esa voz que abrirá seguramente nuevos
caminos.
Ellos son un grupo de jóvenes talentos que han
dejado en el nicho ritual al padre y se han dedicado a crecer, con delirio,
alternado el hambre por la sangre o como dice Javier Bello:
“De
todos los que comen de esta mesa
el
único que vive de su fuego es el padre.
Yo
no sé de donde vienen estas piedras
ni
tampoco conozco a quien las trajo,
pero
aquí las comemos, pero aquí las mascamos.”
8. LA PARTE AFRICANA O LA POÉTICA DEL CLAMOR.
A diferencia de los países americanos y del
antiquísimo país español o de las islas caribeñas que tuvieron que afrontar
crisis de identidad nacional en el epicentro mismo de sus dictaduras tras sus
independencias y sus malos gobiernos el país africano era hasta la mitad del
siglo veinte todavía una colonia española, algo increíble ya que las últimas
colonias de gran Bretaña, Francia y Holanda apenas si lograban sobrevivir a la
arremetida de las últimas independencias. Esta dilatación por parte de una
España que ya comenzaba a pronunciarse fuertemente contra el Franquismo es un
fenómeno que condujo a Guinea ecuatorial a un profundo analfabetismo.
No hay un registro poético claro que logre una
sistematización de la producía que pudo existir en aquel país frente a su
poesía debido a que toda ella era un acontecimiento que tenía que ver más con
la tradición oral que con la tradición escrita.
Sólo hasta mediados del siglo veinte, guinea
ecuatorial comienza su iniciación literaria. Es a partir de los años 50 cuando
se puede hablar de una historia literaria, en este sentido, la evolución apenas
si logra la centuria.
No podemos hablar de vanguardias sino de
construcción de una poética nacional, de una búsqueda de identidad, hasta
mediados de los 90 la poesía en Guinea ecuatorial seguía siendo de corte
fundamentalmente romántica ya que se inclinaba hacia el furor de la libertad
alcanzada, hacia el revolucionario intento de inscribir una identidad, de hacer
una patria.
Poetas de la talla de Ciriaco Bokesa, Donato
Ndongo Bidyogo el más ardiente de ese clamor, junto a Mbare Ngom (quien no es
de precisamente de Guinea, pero que se ha convertido en gran estudioso de dicha
poesía), Raquel Ilombe del Pozo Epita, Justo BolekiaBoleká, Francisco Zamora
Loboch, Recaredo Silebo Boturu entre otro pequeño puñado de vehementes y
entusiastas poetas lograron apuntalar la voz que mezclaba romanticismo,
costumbrismo, modernismo y vanguardia en un solo clamor poético.
Esto es lo que sucede cuando naciones
esclavizadas y subyugadas a mitologías y culturas ajenas romper con la tiranía
y comienzan su mayoría de edad en un mundo totalmente nuevo, desconocido y
ajeno. El desarrollo se hace instantáneo, la metamorfosis es explosiva. Algo
así debieron sentir los románticos americanos.
Ser criollo, estudiar y acceder a ciertos
privilegios no hace ni logra, lo que puede una revolución independista, cuando
esta se da, toda la nación independizada, parece sacudirse de un largo y
milenario sopor pegado a los párpados de la lucidez y entonces, la evolución se
acelera de manera ingobernable hacia todas las regiones transparentes que
habían sido escondidas por la sombra del yugo.
Por eso la poesía de guinea ecuatorial es
singularmente prolífica en un registro que más que llamativo es crucial para
entender las singularidades de las evoluciones modernas de países que, en pleno
siglo xx, lograron su libertad.
De esa nostalgia hablan todos los poemas de los
poetas, pero es quizá en los versos de Juan Balboa Boneke donde se esclarece
esa obsesión consumada de las generaciones, posteriores a la independencia, por
alcanzar un grito definitivo y que a pesar de ser tan nuevas no dejen de
parecerse al primer registro escrito del que se tiene noticia. La novela de Leoncio
Evita es el primer libro escrito por autor guineano y si observamos bien, todo
el tímido develamiento de una libertad atrapada entre las venas no hace más que
desbandarse en furor en sus posteriores compañeros de literatura.
En un poema de Juan Balboa Boneke se puede ver
esa herencia de lo que sería la poesía escrita de Guinea ecuatorial:
“Si
muero lejos de ella
os
lo suplico
no
me inhuméis en tierra;
dejadme
en el jardín,
junto
a las flores,
donde
pueda evaporarme
y
cabalgar libre
sobre
la brisa
y
cruzar el tiempo
y
el espacio
y
volver al regazo de mi amada.”
Poemas como los de Donato Ndongo Bidyogo
estaban repletos de ese clamor, “Cantico”, por ejemplo, empieza con un reproche
fuerte de raza:
“Yo
no quiero ser poeta
para
cantar a África.
Yo
no quiero ser poeta
para
glosar lo negro.
Yo
no quiero ser poeta así.”
Los poetas de los 80 y los 90 son poetas
nacidos en los 40, 50 y 60 se convierten definitivamente en los escuderos de
una voz nacional que deja en claro el trazo del sendero que tendrán que andar
los nuevos poetas nacidos en los 70, 80 y 90.
La poesía contemporánea de guinea ecuatorial en
este sentido logra fundar un estilo postmoderno sin igual, es anacrónica en
suma y funda un tiempo revelador sin duda.
Silebo Boturu, 1979. Francisco Ballovera
Estrada, 1981. Nanay Menemol, 1969. Liki Loribo, 1975, son apenas algunos de
los exponentes de esa nueva ola de clamor que ya está logrando un giro
copernicano hacia un estilo más universal de ver la realidad de un país
independizado que ahora busca que el mundo lo vea, se fije en él, que sepa que
existe, dejar ya a un lado el grito independista y la furia ante el pasado.
Si los padres de la literatura de Guinea como
Donato Ndongo Bidyogo expresan:
“Los escritores guineanos son, ante todo,
seres humanos, ciudadanos con su propio grado de percepción de la realidad. No
todos sentimos las mismas cosas, ni reaccionamos de la misma manera ante los
retos de la existencia. Como el dicho, «cada uno cuenta la feria según le va». Nos
une la raza, la Patria, la «guineanidad» de la que hablaba Ocha ́a, pero cada
cual piensa y actúa según su ideología, que, muchas veces, no es sino la
«ideología del estómago»”, entonces, es válido creer que la escritura de
guinea debe luchar por ser oída en otras latitudes.
Así lo deja entrever Cesar A. Mba Abogo cuando
manifiesta con nostalgia:
"Estamos
en África, hablamos español en un continente donde ningún otro país lo habla,
tenemos una historia muy compleja con España, hemos sufrido experiencias muy
dramáticas en nuestra historia y la gente no conoce a Guinea Ecuatorial".
Es hora de que la poesía de este país no sea
una isla.
APÉNDICE:
LA PARTE CHICANA O LA POÉTICA DE LA HIBRIDACIÓN
Por último, es necesario exponer un fenómeno
creciente que en los últimos años ha venido llamando la atención de los
sociólogos debido a su propiedad de acontecimiento evolutivo cultural que
comienza a precisar niveles gregarios y políticos propios.
La migración, antes detonada por los exilios se
ha transformado en un fenómeno que no sólo se da con fuerza poblacional en
Estados Unidos sino en muchos países europeos, la migración de los americanos
que hablan lengua española ha enriquecido la globalización y como dice William
Ospina, en su libro “Los nuevos centros de la esfera”:
“esa
presencia nuestra en el mundo es más inmediatamente perceptible en la
muchedumbre de rostros mestizos que llenan las ciudades de los Estados Unidos,
en los chícanos de Los Ángeles, en los restaurantes de comida mexicana o
peruana o cubana que abundan en Nueva York y en Miami, en los conjuntos de
música andina que tocan en los pasillos del metro de París, en esos barcos
anclados en el Támesis, no lejos del Big Ben, donde enjambres de colombianos
incorregibles toman aguardiente y oyen canciones de despecho, en el hecho de
que las cadenas de televisión con más audiencia en los Estados Unidos son las
llamadas cadenas hispanas.
Ello
se debe por igual a que cada vez hay más emigrantes latinoamericanos, y también
a que el proceso de intercomunicación planetaria favorece, necesariamente, a
quienes tienen más cosas por mostrar y por decir, y la diversidad cultural
latinoamericana es una de las más notables, aunque todavía no de las más
conocidas, del mundo.”
El argumento del ensayista colombiano es
contundente, la presencia de los latinoamericanos en el mundo es apabullante y
ha logrado un sinnúmero de sub culturas que son estudiadas por europeos y por
norteamericanos con entusiasmo y también, es necesario decirlo, con
preocupación.
Al margen de los estudios sociológicos, me
ocuparé de exponer un grupo de esa migración que por su búsqueda de identidad
me parece interesante, no sólo ha creado un estilo de vida singular, sino que,
a partir, de ese estilo híbrido, donde logró fundir el español con el inglés,
ha construido y producido una poesía íntima que habla de la migración como
hecho, como realidad poética y sentida.
En algunos años se podría hablar de un nuevo yo
poético que aquí vislumbro como: la parte chicana o la poética de la
hibridación.
Los chicaos son una población de inmigrantes
que han venido asentándose al sur de los Estados Unidos desde los años sesenta
con gran éxito. Hoy en día son reconocidos como chicanos y su cultura es un
hibrido entre los gustos estadounidenses y los gustos latinoamericanos.
El fenómeno no paso en vano en la mitad del
siglo XX, en los años setenta grupos de investigadores se percataron de la
fuerza de la expresión de ese grupo de inmigrantes y comenzaron a dar a conocer
lo que tenían. De los libros más nombrados, dos son las antologías y un estudio
los que vale nombrar ya que han sacado a la luz la poesía chicana: El espejo / The Mirror (1969 y 1972) y Festival
de Flor y Canto: An Anthology of Chicano Literature (1976) y el estudio de
Cordelia Candelaria: “Chicano Poetry”.
Poetas como Sabine R. Ulibarrí, Alberto
Baltazar Urista Heredia, Rodolfo ‘Corky’ González, Abelardo Delgado, Javier
Gálvez, José Montoya, Sergio Elizondo, Pat Mora, Ricardo Sánchez, Ana Castillo
entre otros, llamaron la atención particularmente de Fernando García Núñez de
la universidad de Texas en El Paso, quien ha venido promoviendo con breves
antologías la historia poética de esta población.
No obstante, ¿qué es lo que se está escribiendo
actualmente?, ¿qué es lo que están produciendo los jóvenes chicanos? Por un
lado, podemos concluir que la poesía chicana actual se basa, sobre todo, en la
elaboración de un discurso de identidad y de precisión frente a su estabilidad
como cultura, pero también es claro advertir el recurso híbrido donde los
chicanos han promovido la mezcla de las lenguas como forma particular de
expresión.
Entre los nuevos podemos nombrar a Rafael Jesús
González, Tino Villanueva, Lucha Corpi, Ricardo Aguilar, entre otros, que han
generado un cambio poético frente al expresado y definido fenómeno poético de
los sesenta y setenta denominado como la poesía de «el movimiento».
Quizás toda la poesía chicana actual busca la
solución que el poema de Tino Villanueva expresa, quizás ese sea su destino
para dejar la herencia, para promulgar una nueva voz:
“Inquietud
(Delaware
Park, Buffalo, N.Y.)
En
mi mundo
habrá
un cambio de estación según el viento,
porque
han
caído —en su silencio— unas hojas
de
este árbol.
Precisamente
en este tiempo
me
inquieta el pasearme por un parque;
me
inquieta ser partícipe en un
tiempo
que cuajará en un mañana—en un
mañana
que llegará en ráfagas filtrándose
por
las ramas del universo, y
por
las arrugas de mi frente.
El
sol aquí ya no calienta como ayer;
mi
árbol tiene frío hasta las raíces,
y
según el viento, habrá un desenlace
en
cualquier momento.”
Zeuxis
Vargas
29
de diciembre 2016
[i] Extracto mi libro inédito “Los murmullos de la intimidad: una
mirada reveladora a la poesía en Colombia.” Capítulo: “un oráculo trastornado
por la soledad: la modulación indiferente de los anunciantes”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario