18 diciembre 2012

El páramo




El páramo es una película colombiana de Jaime Osorio Marquez. Desde luego este filme es su pera prima y está ligada a esa ola de nuevo cine colombiano que nació a partir, se podría decir, de Al final del espectro de Juan Felipe Robledo y que bautizó en Colombia el nuevo estilo de terror estilo americano, de Colombia para el mundo.

La película es el remake rural de Deathwatch , sin embargo la película traza una línea de separación muy delgada que sirve para poderla estudiar desde una óptica propia. Ese acontecimiento divisorio es la leyenda del grupo de soldados que se los traga el monte, que los mata algo que no es de este mundo, o simplemente que desaparecen tras una nube como fue el caso del 5ª batallón del Regimiento Real de Norfolk.

Realidad o leyenda, eso no eso que quiere esclarecer la película, pero atreviéndose a recrear el mito tras una hipótesis plasma lo que bien podría ser el conjunto de razones que llevan aun grupo aislados a desaparecer.

El terror no existe sino como mera superstición en este filme, como sugestión dada en los diálogos más que en las acciones. Con unos acercamientos a rostros, objetos y cosas desconocidas la película va anudando en esa atmósfera pútrida e invernal a otro grupo de soldados estilo marines en su horca de desesperación y angustia.

El páramo es una película colombiana que sigue con la tradición del dejo de expresar palabras ofensivas y vulgares como parte determinante de los diálogos. Es como si el cine colombiano tuviera ese sello de "El Sindrome de Gilles de la Tourette" y no es que el cine mexicano o español o americano carezcan de este defecto, sino que, es al parecer, la grosería del cine colombiano la que supera fronteras con palabras que no se basan en Joder, a la mierda, por el culo, sino que trasgreden la frontera de lo humano propiamente dicho con expresiones que se escuchan y se comprenden realmente para ofender. pero esta es una cualidad del habla de las culturas y quizás un hijueputazo que aquí al decirlo de forma ofensiva logra todo el poder corrosivo en otro país no sea más que una simple expresión de "maldición".

Dejando eso de lado, la película logra su cometido y fractura la tradición colombiana, ilusiona con cine de género  con cine independiente finisecular y cismático que se divorcia totalmente de los tan sabidos formatos de drogas y violencia.

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