20 octubre 2012

Zatoichi





De nuevo el gran director koreano Takeshi Kitano nos impresiona con una obra épica, en esta entrega, asistimos al drama de un samurai ciego que busca camuflar su pasado marcial a través del oficio de un masajista. La historia está centrada en ese ritmo tan reconocido de la violencia estilística del Kitano donde la sangre y el poder de las imágenes están subrayadas a pie de página por los paradigmas emocionales de los personajes.

Más allá de enfrentarnos ante una película de guerra y venganza, nos encontramos con una fotografía sesentera al mejor estilo de los clásicos ahumados de los trailers americanos que si bien logró remarcar Takeshi en Sonatine.

La fotografía y el planteamiento de una narración que va trascurriendo en el desamparo y en la incertidumbre recubre cada plano con la formidable actuación de Kitano como el samurai ciego.

Nos encontramos ante una opera sensacional y melancólica, una película que subasta en el mercado de las mejores historias asiáticas.   

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