03 septiembre 2011

POESÍA CARNÍVORA.





Mujer durmiendo. Pintura Lorenzo Moya


"La poesía nace del autor y se independiza de él, y para sobrevivir 
y seguir siendo poesía debe devorar al lector, éste debe sentir en
la piel su mordida".

Cintia Harte 

I.

Has dicho para no decir,
has soportado con los dientes apretados la ausencia,
has permitido reírte de ti en los recuerdos, al final has llorado ,
todo se resume en muelles reconociendo la nostalgia.



II

Seré yo y dejaré de leer poemas arrugados
como corazones recién llegados a una sala de urgencias.
Me iré como si fuera un muñón de cosas arrancadas yo no sé de dónde.
Seré y no diré que hay nombres que abren dulces esperanzas de volver a escribir contra el cansancio;
Seré sin serlo todavía o nunca porque en todo hay algo de mentira.

Seré apenas leve hipocresía intentando reconocerse ante el espejo.

Apuñalaré al primer árbol que me ignore,
felicitaré al primero que vea por la calle después que el segundo le sea indiferente   
y mataré de hambre a un puñado de números buscando asilo entre mis dedos.
Seré hombre o mera cosa contando los árboles de los semáforos titilando en verdes “hasta luegos”.

Cargaré un revólver y como un niño me apresuraré a formar un gran tiroteo en mitad de la visita.
Seré, luego de que me haya arrancado con los dientes estas alas.

III.

No se cuándo cae un domingo de pascuas o dónde cae,
pero reconozco las caras de domingo en la Iglesia de mi infancia
y las señoras que se iban a confesarle el adulterio a un cura bohemio que solía beberse la sangre de cristo entre las misas.

Yo no se de crucifijos
pero entiendo el porqué de las puertas cerradas en cualquier día repleto de viento o de canícula.

Yo no sé casi de nada
Yo sé muy pocas cosas
y quizá nunca pude entender la tristeza
también andaba echándole aldaba a la puerta del alma antes de que se me escapara otro poema,
quizás sí he estado o no he estado tumbando pétalos en el patio de una casa,
lo que si es seguro es que soñaba...
pero en esos días a lo mejor no era gran cosa soplar flores de diente de león sobre unos labios
y para qué decirlo entonces.
A lo mejor la vaina conmigo es que por enfrente... lo que pasa es el olvido.



IV.

Estaba como un ángel
pero me extravié entre tanta niebla.

Siento un olor de arena tibia entre los huesos
como un venado cuando se acerca a beber en un río
y algo que fuera  a saltar de pronto del fondo de las aguas le recuerda  la agonía.
  
Reconozco en la ausencia el rostro apretado como si fuera a nacer una estrella
Y en la piel de una roca he sentido florecer la vida.

Yo se que las palabras tienen un agujero negro en el pescuezo
y que en la calle suelen dejar una loción con olor a bruma o espejismo,
yo se bien que lo que chorrea por entre el medio de los dedos no es nostalgia
sino espuma de recuerdos que nunca quisieron quedarse perpetrando la memoria
Pero hay que creer, al menos, hasta que una pepita de oro nos crezca en el carbón de nuestros huesos

V.


Tampoco yo, he sido capaz de ganarle a los amaneceres la primera belleza,
el primer toque de luz sobre lasa cosas. 

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