21 junio 2011

HOMAGNO O SOBRE LA PERSONALIDAD CUBANA





Me encomendaron realizar una semblanza, una reseña, una presentación, en pocas palabras me encargaron hablar sobre uno de los más grandes poetas cubanos buscando que mi intervención de alguna manera los estimule, los motive a leer o por lo menos curiosear sobre el cosmos martiano. Naturalmente creo que ese encargo era innecesario. Un homenaje es un elogio que se realiza con dos fines, uno, creo yo, debe ser el de la tendencia a honrar, a celebrar y el otro que debe desplegarse hacia la exhortación y el reconocimiento; ambas actividades son en este caso, para mí, espantosas, ya que se han  realizado tantos homenajes, tantas piras y encuentros alrededor de la imagen del poeta cubano que intentar una más es de alguna manera cometer un parricidio, donde mi dialogo con ustedes es la gota que quizás sirva para  colmar la copa. 
Hablar de José Martí es como intentar hablar sobre Borges o sobre Márquez, o sea, repetir o por lo menos resumir una babélica y quijotesca biblioteca que rodea como un aura a estos inmortales. Con que puede uno innovar, que puede uno revelar, quizá ni siquiera se pueda argumentar y argüir en defensa de la admiración como un acto profundamente íntimo ya que admirar a estos grandes hombres es de por si una proposición común, es caer en un cliché universal.
Voy entonces a irme por las ramas. Todos o casi todos hemos escuchado alguna vez del Apóstol cubano, en la escuela, en el bachillerato, en la universidad, en el trabajo, en la televisión, en la calle, el universo está impregnado con la palabra Martí. Así que empezar una reseña diciendo donde nació o donde murió o si fue o no el precursor del modernismo y la independencia no me parece algo justo. Ciorán solía decir que lo que la gente espera de uno como escritor no es nada más que experiencia, bueno, pues voy a hacerle caso, Los datos biográficos y los temas recurrentes son una fuente a la que podemos acceder, yo lo hice: en internet, en un diccionario, en la biblioteca, hasta una llamada a un amigo nos ofrece esos datos y pues eso no sería experiencia, no sería darles algo de mí a ustedes; entonces que puedo hacer yo, pues, y aquí voy a pecar por seguir el precepto del pensador rumano, voy a intentar compartirles, de alguna forma especial lo que Marti me hizo sentir, lo que Martí logro en mi. Rilke enseñó famosamente a no aventurarse en ciertos temas, sobre los que, por haberse escrito mucho o de modo inmejorable, ya casi es imposible agregar nada. Voy a desoírlo. Esta acuñación no es mía es de un escritor que se lama Abelardo Castillo, pero conviene demasiado en este asunto.
Así pues comenzaré por contarles que para mi Martí es un como un símbolo freudiano de la raza cubana, no hablo de un símbolo heroico, histórico, sino de un signo que representa un caso netamente psicológico, una especie de síndrome que podríamos denominar como Martiano.  Martí es en esencia el precursor de la personalidad del exilio. Si observamos la historia de la literatura cubana, de la música cubana, del arte cubano, se podrá evidenciar desde un Infante Cabrera, un Reynaldo Arenas, una Celia cruz, una Lupe, un Armando Roblan o hasta un Elían González el balserito que el síndrome martiano es una disposición casi genética.
Bueno eso fue lo primero que me trasmitió la vida y obra de este poeta, este hombre que desde muy joven lo llamaban pepe, comenzó a meterse e problemas, no obstante esos problemas lo llevaron al exilio, a la cárcel y a la nostalgia por su patria. Este signo que casi comienza con él, se seguirá dando  hasta nuestros días. Pero de dónde deviene ese particular síndrome, Martí lo devela, ya que Martí es la memoria de la aldea; el poeta. Lo que ha conllevado a este mal ha sido la constante y enconada digresión histórico-política que ha sufrido la isla.
Nacer en cuba conlleva una problemática psicológica extraña, por un lado el cubano se siente el ser más dichoso del mundo por haber nacido en ese paradiso, pero por el otro lado se siente extranjero, ajeno a se mundo que le queda prohibido por las condiciones político sociales que lo asfixian y de alguna manera lo limitan, lo coaccionan.
He ahí la otra gran dilucidación que ofrece el conocer a Martí.  Este maestro sintió esa presilla sobre su libertad y entonces indignado comenzó a crear el cubano revolucionario, ese ser que está contra todo desmán humano contra toda acción que vaya en contra de las virtudes humanas.
Por eso mismo lo cogen lo encarcelan y tenga le toca exiliarse, tal y como le ha sucedió a todos, no hay escritor cubano que no haya sentido lo que Martí sintió.
En pocas palabras me parece que Martí es el personaje que crea los temas de la literatura cubana. Después de él vienen muchos poetas y escritores, buenos desde luego, pero no hacen sino hablar de lo que canonizó Martí con su acción poética; hablo de acción poética porque en pepe el poema no era una construcción dada solo por el lenguaje, “Escribir poesía parecía estar diciendo Martí, no significaba saber rimar o contar metros: no dependía de una habilidad técnica. Significaba asumir una condición que permitiera transformar la pasión”[1]
 Martí observó en la poesía un arma, una extensión de sus acciones mismas, de su comportamiento, todos sus libros están repletos de estas sentencias:
Tajos son estos de mis propias entrañas —mis guerreros.— Ninguno me ha salido recalentado, artificioso, recompuesto, de la mente; sino como las lágrimas salen de los ojos y la sangre sale a borbotones de la herida. (…) Van escritos, no en tinta de academia, sino en mi propia sangre. (…) He querido ser leal, y si pequé, no me avergüenzo de haber pecado. Prólogo a versos libres.
Y es a través de esta acción poética que logró consumar sus proyectos nostálgicos, su testamento literario que será el canon de toda la literatura cubana; allí en Martí están los temas que pueden encontrarse en toda la bibliografía literaria después de Martí; allí en la escritura del maestro están, la condición del hombre cubano, el americanismo, la revolución, la alienación, el exilio, la nostalgia, el espanto, la indignidad, el pueblo, el dialecto, la voz cubana en toda su estatura.
Pero no solo preconizó una personalidad, una raza, sino que también influido por la ilustración y ese hijo  rebelde del romanticismo; el modernismo, enfatizó en la necesidad de ser un creador, un amante de los libros y un soñador de poesía.
Para Martí los libros eran seres animados con los cuales se podía alegar o mandar al carajo como solía decir Nietzsche, pero Martí es más profundo, el dice: “Los libros consuelan, calman, preparan, enriquecen y redimen (…).- Leer es una manera de crecer, de mejorar la fortuna, de mejorar el alma
Hay en su pasión algo que asombra siempre, y no es su verso sencillo, su verso endecasílabo que sintácticamente se trastoca en sentidos inesperados sino es su forma de sentirlos como algo que le llegaba de las visceras:
Éstos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestados...
Pero esa forma visceral tiene un sentido retórico formal que denota un profundo conocimiento de toda la literatura y la teoría poética por eso al defender sus versos lo defiende con gran elocuencia revelándonos su verdadero sentido:
“Adoro la sencillez, pero no la que proviene de limitar mis ideas a este o aquel círculo o escuela, sino la de decir lo que veo, siento o medito, con el menor número de palabras posibles, de palabras poderosas, gráficas, enérgicas y armoniosas”  
O como lo diría en su poema “Mi poesía”:
no la pinto de gualda y amaranto
como aquesos poetas; no le estrujo
en un talle de hierro el franco seno;
y el cabello dorado, suelto al aire,
ni con cintas retóricas le cojo:
no: no la pongo en lindas vasijas
que morirían; sino la vierto al mundo
a que cree y fecunde, y ruede y crezca
libre cual las semillas por el viento.
Eso es lo que logra Martí, hablar sobre él es hablar sobre un ser que sintió poéticamente su mundo y luchó por esa poesía, por esa expresión que vibraba en sus entrañas y que lo obligó a los más grandes sacrificios.
En Martí está un poeta audaz que convierte la poesía en trasmisora de acontecimientos no de temas poéticos sino de hechos poéticos, así su Ismaelillo es un grito de exiliado que manda espantado a su hijo. Fue un hombre ante todo erudito que le enseñó al hombre cubano a formarse, todo lo que cuba escriba después de lo producido por preso 123 será el homenaje de esos hijos juiciosos que se sientan a leer el Cicerón por orden de las 50 balas que su gran padre tutelar a la hora de morir llevaba en el bolsillo.
Martí supo que con la poesía se podía lograra más, su forma de develar este poder está en estos versos:
¿ Qué importa que tu puñal
se me clave en el riñón?
¡ Tengo mis versos, que son
más fuertes que tu puñal !
Un aspecto final de mi experiencia con Martí y que ojalá sirva de cierre a todo esto que he compartido y que de alguna forma intenté que se diera como homenaje e invitación pero además como contendido significativo para todos ustedes, es que fue un poeta tanto de teoría como de práctica, que revolucionó las tendencias poéticas de uno y otro lado con una voz netamente cubana. Es necesario advertir sobre esto, al leer sus versos nos encontramos con neologismos maravillosos, esto significa que Martí era un personaje que buscaba decir todavía más, buscó oxigenar su propia lengua, cosa maravillosa dada solo en genios como León de Greiff, Joyce o Ezra Pound.
Hay términos felices, hermosos, citaré solo tres: librovejeros para señalar a aquellos viejitos que venden libros raros en librerías empolvadas. Jóveno que es el personaje continuador de la misión de su alter ego, un personaje hedónico que lucha y se entrega, la causa, pero hay sobre todo un personaje que es toda su literatura: Homagno no sólo es un neologismo que significa hombre primitivo, Este define algo más profundo, todas las virtudes de lo humano están allí, o sea Martí a través de este alter ego, de este personaje que es protagonista de muchos de su poemas buscó crear, además de un personaje literario, un sujeto filosófico, un sujeto que es la personalidad cubana en su máxima expresión, eso y no otra cosa fue lo que de alguna manera mostré aquí.
Mi experiencia con martí fue espantosa, la sentencia: “Quiero que conste que por la causa de Cuba yo me dejo clavar en la cruz”,  no da para duda alguna, Martí no solo consolidó la personalidad cubana sino que también lo fue hasta… el extremo. Gracias.



[1] Elmer Díaz Llanos, U.N. 

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