29 mayo 2011

Anticipación



Los gusarapos que viven en mis venas

perniciosamente ponzoñan el arrebol

que siempre sueño cuando no te beso.

En este agón sólo persiste la luz de un infiernillo que me guía laberinto.

Por estas letras de ebúrneo silencio se puede obtener una vesania rotunda

y si el embalaje de donde se saca este aprisco es badana curtida en el nadir

es preciso llevar por corazonada la impresión de estar llegando al climaterio

de un ineluctable jayán arremolinado en el pedúnculo de la crisálida infantil.

Las cosas que aquí habitan son apenas los lucubrados ocios

de alguien alucinado por el estro.

Esto sólo es el tratado de una anfibología

crecida en el dolor de un codicilo aún no profesado.

Hay que jugar a la taba con los propios astrágalos de Dios,

llevar ajorcas en la lengua para contener el llanto y poder descifrar el ditirambo

que dejan las luciérnagas en la delicuescencia de su propia amplexación.

El heresiarca quiso fabricar una hornacina increíble

de la ucronía más justa a tu cuerpo

más sólo se encontró con un miasma

de catilinarios besos puestos en su murria.

Son circunloquios, finalmente,

que pretextan la intención de retenerte entre mi ijada.

Si hay que anticipar de dónde viene el galimatías de este caletre

entonces basta con señalar la enjundia que reverbera en los fastos

que pudieron sobrevivir a nuestra desesperada ansiedad de no sabernos.

Este exordio es sólo para ciegos que no saben de las alimañas que lo habitan.

Estás son las palabras del diletante ológrafo

que sólo pudo amar como Píramo, a través del alabastro, tu mórbido deseo.

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