06 marzo 2011

POETA.




Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Blas de Otero

Hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no
comprendes.
José Hierro



Dios me tortura
Me rodea con extrañas palabras, con perros hambrientos.

Es una máquina que aplasta ternuras
Como si quisiera sacar vino de mis ojos
Pero sólo es noche parida entre pétalos marchitos.

Yo conozco el olor del viento muerto,
El trazo de pentagramas guerrilleros
Poniendo puntos suspensivos entre los abismos
Y lo sé, de seguro,
Porque dios me abandonó a las leyendas de los ríos,
A la intemperie de una llorona que me ambicionaba hijo.

Mi nombre no es en vano
Un dios que vive debe sufrir;
Yo sufro y cada color es un alfiler de vinagre enterrado en mis vísceras.

Dios, me confesó, mientras buscaba algo entre baúles dormidos,
Serás poeta, es un oficio de odios, de pútridos agüeros,
Tendrás que extirparle a los árboles su pereza mortal, su gana de tótem,
Profanarás el mar, su poder de basurero silencioso y brillante,
Señalarás la niebla como si señalaras un alud de espantos
Y a puñetazos sacarás al hombre de todo paraíso que funde.

Dios me advirtió de un Adán que envidia los ángeles
De su Eva pariendo con tristeza animales sin alas.

Pero me dio a elegir, a cortar el hilo
cuando mi sangre se llenara de burbujas
Y el corazón se me hinchara como los cuerpos de los ahogados.

Su último consejo fue un espejo para que reconociera el tedio.

Túmulo de ácaros somos,
Lombrices, creciendo puras como la nieve, llevamos
en la bolsa de los vómitos.
Y hay poros escondidos en la piel justos para el nido de las moscas.

Pero algo que no es el cuerpo,
algo que aprieta y se expande como la respiración
No han logrado descifrar sus arcángeles:
Es nuestra espina, la carta escondida,
lo que Dios recluta, recupera y olvida.

Soy poeta y la gana de ponerle dinamita al cielo no es terrorismo
Es el saldo de una cuenta pendiente, el cobro a su juego macabro.

Me parieron con todo el maravillamiento de los colores fundidos en el beso,
Con todos los ruidos poniendo paraísos en la garganta de los pájaros;
Un caracol, una luciérnaga, una crisálida,
apenas una mariposa fueron suficientes
Para saber que la vida no sería fácil, que morir,
Sería una condena, que el patíbulo no dejaría de espantar desde entonces.

Me di a los oficios más delirantes:
Probador de carroñas, catador de silencios,
Notario de noches, fiscal de ausencias y llantos,
Curtidor de crepúsculos, arreboles y vésperos,
Guía de dientes podridos,
de calaveras empolladoras de ausencias,
Abogado de la lluvia y el rayo,
Interventor de inocencias,
Contador de orgasmos y
Sepulturero de olvidos.

Dios me prensó el alma,
Me dio a beber la vida como si fuera cicuta
Y me puso de oficio su ruina.

Pero no previó la libertad que me daba,
El poder de su voz nombrado la nada,
Y un noche lo llamé hasta ponerlo en mi espejo,
lo tiré contra el cielo, lo estrujè, lo jalè hacia mi adentro,
desde entonces lo llevo patiando desde mi pecho como un borracho,
como un prisionero de guerra
y en cada abismo
Le siento su temblor, su gemido rogando.

1 comentario:

Vianne dPraux dijo...

Poesia dura y de manos completamente llenas en palabras adecuadas. Muy bueno.

Saludos.

VPx