19 diciembre 2010

THRILLER.




Hay un momento
cuando nos miramos fijamente
en donde el mundo desaparece,
es un poder que desdibuja
y acrecienta lo invisible en el aire.

Es el instante de los ojos concentrados
en su ojo de huracán,
la mirada toma tanto poder entonces
que levanta por el aire
pedazos de olvido
como hojarasca en el fondo de un otoño.

La fuerza de las niñas
arroja los recuerdos al vacío
como cables de electricidad cortados por un rayo.

Es peligroso ponerse al alcance de las pupilas,
pero nos gusta estrellarlas
como si fueran dos perros de guerra
chocando en el arenal del coliseo.

Son ojos con mandíbulas destrozando,
con garras rasgando a manotazos
el aguacero de los días.

A veces, es tanto el desorden
que después del desastre
parecemos ángeles desechos
caminando entre escombros.

Al despertar
sabemos que los cuerpos desnudos y abrazados
sólo son apenas
los restos de grandes árboles
arrancados en el sueño
del profundo placer del paraíso

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