
Te escribo esta última hoja que lleva un conjuro reverberante de auroras anidadas en el copo de nieve que nunca cayó entre nuestras ganas.
Es la página final para apagar el incendio que tanto propiciamos.
La mandé imprimir en los talleres gráficos de la deserción.
Ahorré todos los solanos que despeinaban tu cabello
y mandé grabar en azur deseo todas las cosas que siempre quise para vos.
Ménade precisa del rocío, hetaira contemplada al pie de la fogata,
desnuda de narcóticos, exámine enferma de hipererosia,
dejaste en mí una astenia de penélopes gañidos.
Acepta pues esta facundia
donde busqué tramitarte mi último deseo.
Me realizaré una infibulación en el lugar del corazón
donde se encuentran tus recuerdos.
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