02 enero 2008

ANARQUISMO CRÍTICO.









Extracto del libro Inédito:
ANARQUISMO CRÍTICO.
ÉTICA Y MORAL.
capítulo1:
Anarquismo, revolución y rebeldía.
Autor: Zeuxis Vargas












DEL ANARQUISMO Y SUS VERDADEROS PENSAMIENTOS.


Lo primero que hay que dejar claro es que el mundo entero a malinterpretado y confundido siempre las verdaderas cosas. Esta irreverente fórmula de sobrellevar la existencia sin complicaciones se ve reflejada en el uso de abstractos que supuestamente explican fenómenos.
La filosofía predominante ha sido ante todo una filosofía endeble que ha osado proponer dentro de la realidad la irrealidad. Como hombres netamente simbólicos hemos creído en ese arcano sortilegio de la metafísica que señala incognoscibles objetos y sujetos. Sin embargo, el error más garrafal de la humanidad, sin lugar a dudas no se basa tanto en la significación y regulación de estos términos sino en la aceptación y utilización esquizofrénica de los mismos. Nos hemos convertido en lo maniacos que pronuncian discursos ficticios dados por nuestra paranoia ante los signos. Tenemos semiolofobia; este terror ante el lenguaje, ante las palabras nos ha llevado a ser esclavos de ellas; vivimos en el eterno muro lacaniano; en el sentido más heidegeriano, somos los esclavos que habitan el lenguaje. Este fortuito encierro que generamos, sin embargo ha sido nuestro mayor progreso natural. Por eso sabiendo de todas formas que el lenguaje es un sistema representativo que sirve para comunicar lo percibido, en esta medida el primer intento será bajar la palabra anarquismo de la nube injustificada en que la han anclado. Lo segundo que hay que determinar es la forma desde la cual se procurará este descendimiento.
Ya poniendo manos en el asunto, para de una vez ir accionando nuevas reflexiones sobre la mente curiosa, es necesario advertir que en lo posible el lenguaje será realista, concreto, empírico y radical. Cuando mencione la palabra anarquía será necesario olvidar o mejor enterrar esas parafraseantes fórmulas que se hallan en los diccionarios y en las teorías más filosóficas. De aquí en adelante el anarquismo no será acratismo, no será destrucción, no será lucha por el sin gobierno, por el sin principio, por la sin autoridad; desde este mismo momento la palabra anarquía designará autenticidad. Esto por lo demás sólo se referirá en la esfera de la realidad de la ciencia social a la identidad, a lo singular, a lo autónomo que objetiviza y subjetiviza al sujeto ante el mundo.
Estas convenciones abstractas no se manejarán bajo un oscura retórica sino que serán comprendidas desde la base común de la significación que tengan, habitualmente en las relaciones humanas que se dan desde cada idioma, cultura e historia, estas palabras.
Habiendo aclarado este punto es necesario abarcar con mayor profundidad y heterogeneidad que es lo que ha venido retomando el término anarquía.
Generalmente designamos con anarquismo a una escuela, movimiento e ideología que tiene como base los aspectos revolucionarios que tienden hacia la libertad del hombre. Con anarquista se ha señalado al sujeto que es partidario del anarquismo; con anarco, a aquel sujeto militante dentro del anarquismo que es casi más independiente que el mismo movimiento y por anarquía se ha propuesto la base que designa el movimiento; o sea, la bandera, la etimología y el léxico razonable desde el cual fundamentar; desde aquí se han clasificado los autores, las máximas y los fines.
Aquí hablaremos de anarquismo no como escuela, no como movimiento sino como fenómeno, como “estado”. El sujeto que entra en este estado será impulsivamente un anarco, el consciente de este estado será una anarquista y en consecuencia éste será el único que pueda hacer posible la anarquía.
La anarquía será ese estar-en-ser, la anarquía designará el pensamiento y la acción de desenvolvimiento que lleve a cabo el individuo libre. La libertad en este sentido será el medio por el cual se podrá llegar a cualquiera de los fines propuestos por cualquier anarquista. Nadie puede denominarse anarquista sin ser autosuficiente, libre y endemoniadamente práctico.
Los verdaderos pensamientos de la anarquía están presupuestados bajo condiciones económico-sociales, éstas por su lado están determinadas por la época y por las normas ético-morales que se establezcan. Si el hombre no atiende a este binomio cultural su suerte entonces ya estará echada.
Las barreras económicas se imparten según el status social que se logra; entre más se logra pertenencia y liderazgo en círculos establecidos más fácil será modificar las condiciones reproducibles; o sea, aquellas que generan el valor a las cosas y por ende posibilitan la riqueza. Lo importante en este sentido será condicionarse, autorregular emociones e impulsividades. Las épocas se engranan por medio de tradiciones miméticas, tales tradiciones se dan por equivalencias de cuantificación estadística de gustos sociales aceptados dentro de la dinámica de una economía sobresaliente. Las épocas determinadas por el carácter económico de lo bélico fundamentan las normas que son necesarias para el fundamento legal del ascenso de las modas agresivas o violentas que deben ser reproducidas dentro de su sociedad; la época industrial formada bajo el género de los sistemas o de las máquinas y la técnica buscan su aplicabilidad normativa desde éticas flamantes y morales que justifican la evolución de un enriquecimiento poderoso de los productos y de la basura tecnológica que se establece dentro de estos círculos.
El anarquista no es un publicista que anda con propagandas y folletines, con panfletos antiimperialistas o antiterroristas, la anarquía piensa hacia el futuro de forma empírica, su realismo esta sobresaltado de un escepticismo acelerado por las condiciones del momento, es en estas condiciones donde se hace posible la modificación.
La anarquía establece como primer motor de movimiento la libertad, esta no se consigue, ni se logra, se construye. El anarquista tiene que estar dispuesto a ser como dijo Sartre, un esclavo de su propia libertad. La construcción de esta libertad no se da bajo condiciones represoras o rebeldes, la revolución sólo es posible bajo condiciones alarmantes colectivamente establecidas, la revolución no es un gesto apacible de grupos o de opositores, la revolución es un fenómeno que como afirma Eliseo Reclus se da como consecuencia a una constante monotonía: la resistencia violenta nace como sistema de posicionamiento, de movilidad hacia la quietud, hacia el determinado status quo establecido.
Pero esta clase de revoluciones que establecen nuevos horizontes evolutivos y por lo tanto nuevas características fisiológicas a las especies, sólo son posibles en forma universal, o sea en forma total. La situación en cambio de construcción liberadora se genera individualmente, la libertad es un esquema que se interioriza sólo formalmente dentro del sujeto, no dentro de las masas. Esto no quiere decir que el anarquismo jamás pueda patrocinar o liderar una revolución mundial, esto, sólo determina, es el primer paso para la justificación y argumentación de una nueva clase de progreso.
Son los individuos quienes generan primero sus condiciones de libertad. Puede haber miles de anarquistas sindicales, miles de comunistas libertarios, millones de anarquistas individualistas o materialistas trabajando afanosamente en las industrias, deseando como fin la libertad, pero no teniéndola nunca ya que son esclavos no de su libertad sino de sus necesidades primarias. La anarquía en ellos sólo es una ideología de fuerza opositora que puede facilitarles fines. Una cosa diferente a lo que sucede con la verdadera anarquía que observa como fin no la libertad sino el poder, pero no un poder despótico, no uno político de modelos ideológicos sino un poder razonablemente contrastable con los intereses propios de una colectividad. Imaginemos un pueblo donde sus miembros trabajen no para su libertad sino para sus intereses económico-sociales, un pueblo donde cada uno de sus miembros genera un poder que incrementa el arca del grupo. Un pueblo verdaderamente anarquista es un pueblo que es capaz de determinar la fuerza de su producción no hacia un cometido libertario sino hacia un cometido de comodidades interrelacionadas.
Se notará cierta insistencia en que el anarquista no ve la libertad como fin sino como medio y es obvio ya que el anarquista es anarquista porque es libre, si el anarquista buscara la libertad ya no sería anarquista porque estaría sujeto a algo, estaría gobernado por algo. Esa etimología entonces defendida por los anarquistas de sin gobierno, sin ataduras contendría dentro de sí misma una paradoja, sería una contradicción pragmática.
El anarquista es un ser libre, sin gobierno, sin ataduras como lo menciona su originaria etimología. En esta medida la búsqueda del anarquista es otra y esta búsqueda en definitiva esta regulada es por el binomio económico-social.
Ahora entendiendo que el verdadero pensamiento de la anarquía no es la libertad porque en definitiva la anarquía es libertad y el anarquista es libre entonces pasemos a definir otros pensamientos verdaderos de la anarquía.


DEL POR QUÉ DE LA REBELDÍA INNATA EN EL HOMBRE







“La Iglesia y el Estado se han reservado el poder de vida y muerte; yo reclamo también el mío”
Max Stirner.


Muchas veces en la historia de la humanidad se han producido fenómenos altamente libertarios que demandan por su misma naturaleza una reconciliación del hombre con su razón auténtica. Tales movimientos netamente progresistas han sido prejuiciados de forma coercitiva dando lugar a la inauguración de nuevos ordenes que determinan un estado de cosas supuestamente benéficas dejando a los iniciadores de las propuestas revolucionarias con títulos que generalmente descansan en los anaqueles de la persecución y la indiferencia.
Hace mucho tiempo el hombre creo una institución que con el pasar del tiempo se fue haciendo cada vez más fuerte y coactiva, su discurso y su acción violenta empezó a asentarse bajo la formula eficaz del Derecho y bajo éste promulgo sus futuros intereses y sus leyes. El gobierno hizo del hombre el esclavo y la política se instauró como una institución que lograba apropiarse sobre cualquier cosa por medio de la legislación.
Este imperdonable hecho que fue construido por los fanáticos y los ambiciosos empobreció la razón humana y redujo al hombre a ser un ser heterónomo.
Pero este hecho también desencadenó otra consecuencia de mayor repercusión que sigue vigente hasta nuestros días y que intenta resolver el dilema existencial que produjo la humanidad en algún momento de su primitiva edad.
La política ha osado calificar a esta variable con connotaciones que la hacen ver despreciable e inhumana. Con esta fórmula ha logrado diseñar a su vez un conjunto de normas crueles que han servido exitosamente para mantenerse y mantener a los “rebeldes” diezmados por medio de un control agresivo.
A tal movimiento rebelde se le denominó como Anarquía que significa en su forma más arcaica “sin gobierno” “sin autoridad”, sin embargo tal denominación ha sido interpretada maliciosamente y en su nombre se han cometido muchas veces acciones también verdaderamente atroces, en otras atrevidamente se ha calificado a ciertas acciones como hijas de tal concepto sin argumentar eficientemente bajo una fundamentación contundente que tales actos son en sí causa de la empresa de la anarquía.
William Godwin en su libro Justicia política explica que el gobierno se instituyó gracias al temor que los hombres sentían de saberse propensos a actuar mal; el problema es que la solución que dio el hombre a este temor fue manejado por agentes que pervirtieron la moral y la ética.
El gobierno para poder manejar situaciones tan contradictorias como las que fomentan la ideología de la anarquía crearon una conducta violenta que fundamentaron como un ejercicio de pleno Derecho pero para que más nadie pudiera llevar a cabo dicha acción entonces proclamó que éste ejercicio practicado por agentes exteriores a la institución política o gubernamental sería tildado como delito. Es así como a la violencia del gobierno se le denomina como derecho legítimo de defensa y orden y la de los individuos como delito que debe ser castigado.[1]
Esta ha sido generalmente la forma mediante la cual la institución política a logrado diezmar los intereses libertarios y toda aquella acción que busque la verdad.
Es que lo que el gobierno le interesa es mantener bajo estado de ignorancia a la sociedad ya que sólo así sabe que ésta es manipulable, persuadible e influenciable.
Más el gobierno sabe también que tal sistema no servirá siempre ya que en la masa siempre han existido individuos que desean libertad.
El hombre es, aunque esclavo o sirviente, un ser libre, nadie puede atarlo, nadie puede retenerlo, la razón ha procurado al hombre esta afirmación. Por eso para el padre del anarquismo[2] la cuestión primaria de la sociedad y del hombre en sí no consiste en saberse gobernado sino en saberse libre en no profetizar el gobierno sino la libertad.
Por eso es que el hombre es y será, mientras siga imperando el gobierno y la política, un rebelde innato ya que el hombre entiende que la institución por él creada es una resistencia a sus intereses propios de saberse libre; por eso la revolución.
Sin la evolución del Estado y de su trascendencia no hubiera sido posible la revolución de la anarquía ya que sin una resistencia temporal en el ambiente o en la evolución jamás se produce una revolución.[3]
Por tal razón todo hombre que se halle bajo el estado de poder exterior y que lo fuerce a ser un individuo heterónomo tendrá innatamente el germen de la rebeldía, de la indignación y será tildado de anarquista, sin embargo, los que lo llaman anarquista, lo que verdaderamente declaran es el carácter de un hombre que renuncia a tratar a los demás como el no desearía ser tratado, de un hombre que no tolera la desigualdad planteada por la oligarquía sino que admite la desigualdad planteada por la naturaleza, de un hombre que declara la guerra al amontonamiento de las mentiras, de las explotaciones y de las depravaciones.[4]
El que llama a un hombre anarquista es porque se identifica con él o porque lo juzga según el criterio del gobierno; si es esto último tal hombre es un ignorante que debe ser olvidado y dejado en su caja de cristal de la esclavitud y el consumismo, a este hombre por lo demás tan sólo le quedará esperar que nazca en él la rebeldía verdadera o que el mundo ficticio e injusto lo lleve a cavar su propia tumba.
La historia consiste en negar progresivamente la animalidad original de los hombres, gracias al desarrollo de la humanidad, tal animalidad se ha concentrado en instituciones políticas que detentan como sumo derecho el ejercicio de una conducta animal: la agresión. Esto es lo que da respuesta a por qué de la rebeldía innata en el hombre, misma también el por qué de la anarquía verdadera, por esto es que sincera y trascendentalmente, seguirán pie cualquier revolución.




[1] Max Steiner expone tal afirmación en su libro “El único y la propiedad”
[2] por su prolifico y sistemático pensamiento e influencia sobre posteriores teoricos de la anarquia Pierre Joseph Proudhon es considerado el padre del anarquismo individualista o corriente crítica.
[3] Eliseo Reclus. Ideario anarquista. Lonseller. Buenos Aires 2000.
[4] Piotr Alekseyewvich kropotkin en la moral anarquista.

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