En realidad son varios
Los momentos aturdidos,
Los golpes para fundir la vida
Los caprichos que anudan o sirven para olvidar los sueños;
El sabor que queda tras sentir el fuego
O las astillas que comunican el silencio,
Unas veces solo nacen para intrigar la vida,
La clara muestra del desprecio
O todo el ardor con que se muerden los sigilos
Otras vienen las lágrimas como rocío desmantelando la tristeza,
A veces se ponen de frente para alimentar nuestro pálido desierto,
A pesar de todo, no tienen argumento para provocar un llanto.
Yo he amado hasta sentir espanto,
Como quien transita abismos para buscar el vuelo
Por eso puedo asegurar que los labios, no reconocen el sabor del fruto que condena.
Y como otros he sentido la furia del cariño cuando se convierte en marca
Buscamos la razón más fuerte, la más repleta de angustia o desespero;
Es el fuego el que nos revela, el que sabe consignar en la noche la sospecha
Y entonces se sabe que se vive para dar ese golpe de suerte entre las cosas
Yo he intentando arrancarme las alas para conjurar ese grito
Todo es una entrega, una precisa trampa que hacemos para intentar quedarnos
El amor llega siempre a la mitad para partirnos el olvido
Para amortiguar el resto de tiempo que nos queda entre los días
Algunos precisan de agujeros para guardar en secreto la memoria
Para otros el amor les basta como si fuera el cielo
Yo he venido tocando el miedo, arremetiendo contra todos los lamentos
El resto sólo sabe de apretar los dientes contra el viento
El amor cuenta esas historias, nos crucifica a su destino
El silencio, a veces, es lo que aterra
Yo me enfrento, me lanzo y ardo con todos los demonios
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