02 febrero 2012

La metafísica de la traducción





La Metafísica apareció por vez primera en un tratado de Aristóteles y desde entonces no ha hecho más que crearle problemas a los mayores pensadores de todos los siglos, sin embargo, esta palabrita tan compleja fue en realidad fruto de un error de traducción y gracias al editor del filósofo griego hoy contamos con una nueva palabra en el mundo. 

La historia fue más o menos así: Aristóteles le lleva a su editor el segundo libro de su tratado de "Física" y al no tener título el editor decide publicarlo, intitulándolo ingenuamente como "Más allá de la física", sin saber que con ese nombrecito acabaría por patentar un paradigma. 

De un error de traducción entonces nos llega, no el segundo tomo de la Física de Aristóteles, sino un complejo libro que habla sobre una nueva disciplina: la Metafísica. Vaya uno a saber si Aristóteles se dio por enterado y acogió la errata con agrado, lo cierto es que dejó el legado para que los demás filósofos buscaran una respuesta a esa palabrita que desde entonces no deja de confundir. 

Lo mismo le pasó al autor de la "Naranja Mecánica" y gracias a la errata, en lugar de tener un libro y una película obvia como lo sería "el hombre mecánico", tenemos la sorprendente y postmodernista historia de la Naranja y su ultraviolencia.

"La Odisea" está repleta de estos casos donde la erratas de traducción en lugar de desmejorar la obra la engrandecieron, convirtiendo a esta y otras obras clásicas en verdaderos textos ineludibles de nuestra memoria colectiva.

Hoy por hoy se venden cantidad de cursos, libros y currículos que buscan formar profesionales aptos en la traducción de los clásicos. El libro "Textos clásicos de teoría de la traducción" de Miguel Ángel Vega o "Sobre la traducción: Textos clásicos y medievales" de Julio Cesar Santoyo Mediavilla son un ejemplo de esa necesidad babélica por volver universal esa flota ordenada de la memoria.

¿Pero a qué se debe esta urgencia por insistir en la traducción de los clásicos? 

Ante la proliferación de nuevas formas de comunicación, nuevas lenguas y adaptaciones que está sufriendo el habla, quizás lo único verdadero que todavía se mantiene sean esas historias, que más que versiones de un libro universal y clásico hacen parte de ese legado casi oral que va pasando de generación en generación demostrando con ello que a veces las mejores historias sobreviven es gracias a esa forma mutante y cambiante que se va logrando en una nueva versión, en una nueva traducción y que logra traer a nuestro contexto, a nuestra actualidad de forma mejor contada el mito, porque los clásicos son como solía decir Borges esos libros "que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad."  

Quizás al final de cuentas el editor de Aristóteles no se equivocó y en conclusión la traducción es en realidad una metafísica, una inevitable y maravillosa metafísica de las palabras más antiguas y verdaderas que se realiza con ahínco y fe para que nuestra historia perdure y tengamos siempre algo que contar. 

1 comentario:

Ana Cardinali dijo...

Igual que ha pasado en la ciencia, muchas veces las ideas más maravillosas son producto de accidentes.
En realidad lo ideal sería poder ser políglota. Creo que en la traducción de un texto se pierde mucho de su originalidad...sobre todo cuando se trata de modismos, de referencias o chistes que sólo son comprendidos en su idioma original.
El tema es que es medio difícil hablar absolutamente todos los idiomas, así que en algunos casos habrá que conformarse.
Un abrazo Zeu!