La primera vez que supe de esta película fue en uno de esos portales poéticos que tenía un curioso chat para entablar discusiones sobre temas líricos pero que casi siempre terminaban en agobiantes peleas virtuales.
Lo más curioso de visitar esta clase de foros fue el hecho de notar que todos los participiantes utilizabamos nicknames extravagantes intentando con ello dejar en claro algo de nuestra personalidad, mostrando con el seudónimo cierta tendencia o carácter.
Uno de los que más me llamó la atención fue el de una chica que solía hacerse llamar Gummo, a decir verdad esta poeta era del todo inusual ya que llegaba al foro, se quedaba largo rato en silencio como si fuera el conejo rosa que pasea triste por el pueblo y acto seguido se convertía en una matagatos de miedo, bueno claro está que a veces algún idiota lograba sumergírsele en lo tierno y entonces eran días de rubia sin cejas y parecía, con sus palabras, exhibir unas enormes tetas de mongólica que eran aprovechadas por todos.
Pero la verdad es que con Gummo uno siempre iba en perdidas, ella era un huracán, le gustaba entrar, levantar todo, armar el tierrero e irse como si nada. Era realmente maravillosa como la película misma porque a decir verdad no he hecho más que mezclar todo lo que era aquella poeta con lo que hizo el gran Harmony Korin.
Este director ha logrado demostrarnos que el buen cine puede lograrse con cualquier cosa, que una historia, sea la que sea puede convertirse en algo inolvidable si se sabe contar. Gummo es eso, una historia, pero una historia que te estalla la tapa de los sesos, vaya pues este recuerdo a ese otro Gummo que también ahora es None, que también es nadie y con quien a veces solía destrozarme a golpes, como si fuera el hermano idiota, en la cocina de los poemas.
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