18 abril 2011

Ilusión.




Siguen creciendo los osarios a través de los inmortales:
Pronto habrá un jeroglífico que ya no hable de ellos;
Un hombre hambriento, sin dientes, que no diga Dios
Para sentirse consolado entre la ceniza y la ráfaga.
Una pared destruida con francotiradores escondidos como ratas
Y el candelabro de siete brazos vendido en un mercado de leprosos
Serán la estampilla puesta en los billetes de la miseria.

Tiembla la tierra desde el fondo de unas pupilas destrozadas por el frío
Y alguien escribe adiós en una carta que repite saltos al abismo.
Llueve y todo se inunda: el amor y las bestias miran con igual padecimiento.

Un basurero parece gritar algo desde la desolación
Y un saco de besos lleva en su piel
un rosario de groserías tatuadas como moscas
justas para la inauguración del cadáver.

Las niñas se pintan la cara de pálida muerte
Para no ser otras el día del entierro.

Nadie pronuncia cuentos de hadas pensando en la chimenea,
En la sonrisa y la mesa repleta de uvas, sólo susurran espantos
Para que los niños vayan pronto a dormir y puedan olvidar el hambre.

Sólo mitos de degeneración crecen como matorrales entre la infancia.
Un niño juega a la ruleta rusa con un revolver
Mientras los inmortales gimen desde sus camas de enfermos terminales.

La mujer llora mientras el médico la llama para practicarle el aborto.

Cierro la puerta, cierro los ojos, quizás sólo es una pesadilla, afuera el cielo.

No hay comentarios.: