20 septiembre 2012

Angustia emocional





Esta mujer imaginada
Fue Plath, Pizarnik, fue también un hombre
y un escopetazo y un viejo ahorcándose y un clavel podrido.
Fue Artaud y el corazón de Silva.

Le recetaron baile
Talleres
Y gatos para sentirse medianamente abrazada y tierna.

Le diagnosticaron risa incorruptible,
Mitomanía estafadora
Y un buen síndrome de cefaleas para que jugara a los bolos.

Ella leyó el vientre de los hornos,
La piel más vertical de los abismos,
Degustó del orín, del vuelo de las palomas
Y de cualquier calle trazando suicidios.

Al parecer buscaba la soledad,
Un amigo con quien hablar,
Con quien mirar en silencio las costumbres.
Quería una especie de libertad que solo tienen los animales
Pero ella la quería,  la ansiaba con sus fauces.

Por eso la mandaron a un hospital para que se sintiera como en una jaula
Luego le pusieron de amigo a un psicólogo para que le escudriñara el mutismo
Y la vendieron en recitales y en fiestas donde su nombre ya era una baba
O un vino echado a perder en las tetas de una borracha.

Pero ella volvió a ahogarse, a hundirse en lo más alto de su gota afiebrada,
Quemó los ceniceros para no volver a fumar y para incendiar a los vecinos
Y vinieron otra vez con las ambulancias como mirlas en celo
Y le pusieron correas y le mostraron agujas
Y le dijeron paciente
Pero la paciencia que ella imaginaba como sed ya no existía.

Entonces le fatigaron el alma con electricidad buscando que cualquier rayo
Pudiera prenderle la bujía que se le había perdido.
Pero su corazón ya sólo latía hacia la muerte.

Algunas veces la exhibieron para demostrar los últimos adelantos del desconsuelo
Y ella sólo miraba hacia adentro, opaca como una nube en descomposición,
Ella sólo anhelaba que le vaciaran las tripas.

Le dijeron después de unos años de dopaje y muros blancos como ciegos
Que podía vivir de nuevo,
Pero afuera no había nada para ella
Salvo la muerte,
Esa vieja amiga…
La única que fue a buscarla el día que le dieron de alta.

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