18 febrero 2012

Destreza

Ludwig Zeller



Comenzar con el amor
Como quien comienza una carta con un tiro.
Sentirse humo, breve aserrín orinado por el gato,
Desorden de imágenes tejiendo el caos para callar lo que carcome.
Bucear hasta dejar el sastre prendado de la luz que abisma
Y sentir la gravedad de ponerse a enumerar los años.

Estás son las cosas experimentales, automáticas
Para decir que se está solo…
Por eso el verso que más conmueve
Es a veces tan sencillo como el silencio.

Pero algo debería sonar como la lluvia, llevar su ritmo,
Impresionar con su nostalgia y ponerle ruido a los cristales,
Algo debería reírse de nosotros,
Rumorar por detrás de esa locura,
Expresar desagrado por el gusto que tenemos a perdernos
Y dejarnos en una esquina apuñalando resentidas cortesías.

Algo debería ir metiéndose por entre el afán y el miedo
Y hacernos escribir una palabra verdadera.
Es que vivimos de decirnos consuelos,
De llamarnos prófugos  
Y  de pensar que algo se nos rajó en el pecho.
Pero la verdad es que hasta la sombra está ahí por compasión.
Siempre habrá una soga para unir el filo,
para zurcir lo que olvidamos en la cuerda floja del desgano.
Es que ponernos en el plan de sobrevivir y vivir
Es como esquivar hojas de otoño entre la borrasca de los sueños.

Y es que uno comienza siempre por sentirse vacío,
Se pone en la tarea de hacer inventarios para llevar un diario,
de nombrar contagiando el aire con tiznes de rumor y olvidos,
De llevar un metro exacto para expresar el tun-tun de tanta soledad arrimada a los abismos.

Al final, es lo mismo, la vida seguirá ahí como un perro fiel velándonos las ganas.

Sinceramente, no vale utilizar bisturís para acortar la vista.
Hablar de pétalos interiores es como ponerse a desnudar una llaga.
El ánimo a veces solo sirve para despicar horas abortadas.
Esto es tan cierto como el olor de un milagro cuando muere.

De todas maneras se trata de recibir cierta impunidad  que es lo justo,
Las palabras reclaman su lugar en la experiencia,
la vida tiene como atributos pedazos de cada error prestado
Y la realidad es sólo un cedazo donde solemos volcar a nuestros muertos.

Algunas miradas cumplen con el consejo justo
Y te van puliendo el poema hasta sacarle el grito,
Dejan al descubierto el derrumbe,
El hueco que siempre llevas debajo de la corbata y el labio;
Es que una mirada te puede sacar a la calle como recelando de los días.

El sendero va apareciendo poco a poco,
Esta vida se llevará de aquí lo mismo:
Un coraje, un saber de humildad y soberbia
Y los meros presentimientos que trajimos de viajeros.

Uno siempre empieza con el amor que es como un salto asustado.

El ir envejeciendo sólo es cuento de las canas y los huesos oxidados.
Llega una edad  donde se carga con el mismo a todas partes,
Sólo cambia el tiempo.
La muerte es una estación más entre las cosas,
Uno se despide amando,  anhelando,
Esa es la manía.  
Por esos los huesos son de ceniza.

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