24 junio 2011

ANTES DE TIRAR DE LA CADENA



Y es que la vida está como oxidada
echada a perder entre los días.

Noto en el cielo,  a veces, un aburrido color.
 Nada salva el racimo de silencios pudriéndose.

Necesito de un veneno que rasgue a manotazos la presencia
un truco que me estremezca  
por dejar al descubierto el día que me desencanté:
porque la vida como están las cosas
entiendo que va pasando, siendo nada a pesar de nada.

Los recuerdos son malos;
el infierno de la soledad los alimenta
y nada hay más duro de tragar que el hastío.

Sinceramente pegarse un tiro no tiene sentido
cuando el tiro ya viene en camino desde la cuna.

La muerte no es un lugar para los suicidas
menos para los que escriben
como si ya hubieran logrado diseccionarla;
de todas formas el presente tiene todo ganado:
clavados a su instante olvidamos intentar ser otra cosa.

Hace millones que se dañó la máquina para no ser,
la vida es un fósil que dejaron los muertos en el aire,
resta inventar un tótem para darle consuelo al abismo,
basta construir una caverna y pensar que alguien nos escucha,
con decirte que hasta se vive de milagros debajo de los párpados,
que la noche es un mar que lleva y trae muertos como troncos a la deriva:
dormir es entregarse, darse por vencido.
¿quién sueña entonces antes de que vuelva a despertar en el náufrago?
  
La cuestión está en creer que se regresa
o en sonreírle al que consideramos conocer de siempre ante el espejo.

Atravesados como estorbándolo todo nos metemos en la luz
pero venimos de una honda nada
y el vestigio parece a veces gemir
desde los orificios que tenemos en los ojos:
empecé perdiendo agujas, ahora suelo tirar todo por esos agujeros negros.

La vida de ida va; di vida y estarás gritando como una flor cortada:
Quizás así al menos comiences a entender lo que son los pétalos.

Ya crecimos hasta desaparecer las alas
pero hay ganas a veces en que me arrincono en uno de los últimos días
y entonces puedo verme las plumas grises, desahuciadas y desfallecidas
como animales recién asesinados.

Puros cuentos urbanos para no dormir frente al volante
cosas que no son palabras alargan la carretera
hasta que no queda otra cosa sino el espanto
y tu me lees
como haciendo caso, como escarbando entre la basura
buscándote entonces eso que te gusta encontrar en tu tiempo perdido.

 ¿Cómo escribir cuando soy un para-rayos
devolviéndole latigazos al cielo?

Me gusta denunciar, sentir que te conmueve en algo
mi traición que sigue siendo silencio.

Y a pesar de todo
Están estas cosas
porque no está de más
intentar a veces quitarle el oxido al retrete.

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