18 abril 2011

Sencillo




El amor que te ofrezco es tan sólo
El residuo de mi infancia
El rostro meditabundo que me dejaron las crisálidas
El extrañamiento de mis manos acariciando el lomo de los sapos,
De los caballos, de las gallinas, de los alacranes, de las tortugas.
Te prometo mi silencio, mi croar en la tristeza, debajo de la lluvia,
Entre las charcas.
Mi galope de sueño sonriendo entre tus besos,
mi crin de noches ansiando tu cuerpo
mi casco pisando el olvido hasta hollar en los recuerdos.

Mis plumas aleteando contra tu soledad,
Mis ojos madrugadores, mi carne, mi sacrificio.
Te ofrezco mi misterioso signo,
Mi piel brillando fluorescente entre tus manos,
Mi coraje, mi muerte, mi hedor entre las últimas flores.
Te prometo mi paciencia, mi rostro para consolarte
Con el furor acorazado de mi alma
Mi inmortalidad
Mi todo.

3 comentarios:

ibis dijo...

"El rostro meditabundo que me dejaron las crisálidas" creo q eso solo lo conocemos nosotros y sabemos de q se trata. Q bonito poema.

sandra herrera dijo...

bello poema. bastante profundo. te felicito.

Anónimo dijo...

bello poema te felicito. bastante profundo