28 septiembre 2010

EVANGELIO SEGÚN JOSHUA


EVANGELIO SEGÚN JOSHUA
(Palimpsesto)


En tiempos del rey de los Judíos
Proclamé mi palabra,
mi acción provocadora.


En tiempos en que el mundo
ya sabía del número infinito
y un imperio hecho de muertos
comenzaba su delirio,
encolericé las ergástulas
y en la sinagoga
fui alabado por ciegos, sordos y mudos.


Allí dejé clara mi libertad
y sembré la insidia
en los sacerdotes y los escribas
que no fueron mas que siempre
inútiles cínicos circuncidados.


Aprendí con los Sikhs
a perdurar en el desierto
y pronuncié el elemento sagrado del Arjé
con la intención de conjurar lo incognoscible.


Mi saludo de brazos abiertos
multiplicó el hambre y la sed
en cada aldea que visitaba.


Llamaron pescadores
a mis más fieles seguidores
más mi amigo de Betania
prefirió siempre andar descalzo.


Junto a Juan anduve por Alejandría
y comercié cuanto pude
para poder preparar mi arco-iris.


Aún extraño los diálogos con mi primo,
sus silencios
y las noches ebrias
dónde nos brillaba la ambición
presagiando nuestra escuela
como fogata flotando en el cuenco de la noche.


Al cumplir los 30 años
nos separamos en Betábara,
como agradecimiento
le compré una piel de camello
para sus áridas palabras.


Mientras el cumplía con su parte
yo compraba en los puertos
las más finas togas y telas.


En las heladas aguas del Jordán
ante la mirada estupefacta de los miserables
dejé que mi primo lavara mi cuerpo.
Una paloma amaestrada causó furor aquel día.


Histérico ante la noticia de la decapitación
de mi amado familiar,
días después,
invadí las calles pavimentadas
y con los zelotas , los samarios y los nabateos
arrasé los jardines acuáticos
el teatro, el hipódromo y la piscina probática.


Quise un ejercito y recibí un hacinamiento de pobres,
entonces tuve que improvisar
y me convertí en el Sócrates de los reprimidos.
Inventé historias
y guardé un silencio vengativo en la oración.


Dos años después
mis arcanos estaban ya repletos
más comencé a tener a mi lado la codicia.
Busqué refugio en los pocos que me eran fieles,
compre miles de panes, de pescados,
y los multipliqué entre los famélicos.


Comencé a invertir mis monedas
en terrenos baldíos
intentando librarme de mis perseguidores
más lo único que logré
fue aumentar su avaricia


Me di en llevar a cabo
mis últimos actos antes desaparecer
más las ilusiones y las taumaturgias
solo sirvieron de acicate
para que Caifás ideara mi ostracismo
y mi muerte.


Fui un hombre de conocimiento.
Quise compartirlo,
quise tranquilidad, comodidad,
ideé con el bautista
el mejor proyecto para lograr mi sueño
más nunca calculé el hambre de mis cerdos.


Tire mis perlas
en las propias porquerizas de mi engaño


Fu un majadero,
un testarudo,
mi nombre nada sirve.
Mejor sería que me llamasen el cordero
o bien,
el blasfemo
como reza en los carteles perseguidores
que publicaron por orden del sanedrín.


Mañana ofreceré un banquete,
esta será mi última jugada.
A mis pescadores los conocerán con otro título
y mi muerte no será en vano


Todos los imperios caerán
ante la sola figura de mi sombra.
Sólo espero que Judas no me falle.


La asamblea más grande ha comenzado,
mi reino no es de este mundo.
Fui un espía errante,
un calumniador,
el gran mandamiento,
el justiciero.


¡Tetragrámaton!
En tus manos encomiendo mi espíritu…

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