25 noviembre 2010

BIOGRAFÍA DE LA CIUDAD



Tentativas para un estudio de la construcción Ur-bana.[1]

“Así, la compleja estructura de la ciudad surge de un discurso cuyos puntos de referencia pueden parecer abstractos. Quizás es exactamente como las leyes que regulan la vida y el destino de cada hombre; en toda biografía hay motivos suficientes de interés, si bien toda biografía está comprendida entre el nacimiento y la muerte. ”

Aldo Rossi

Rossi o el hacedor de collages. A veces, un atributo basta para resumir un hombre: Einstein o la relatividad; Hitler o la xenofobia; Pitágoras o las matemáticas. En el campo de la arquitectura Aldo Rossi ocupa un lugar indispensable, insoslayable y determinante. Su genio hizo posible una oxigenación de las teorías que a mediados del siglo XX se hallaban en una aporía. Este lugar sin salida era sin lugar a dudas el estudio moderno de la arquitectura desde lo moderno mismo que representaba el mundo, ya no era posible abarcar el estudio de las estructuras convencionales y cotidianas con los clásicos trabajos teóricos, había un problema: ¿desde dónde abarcarlos, cómo abarcarlos? Cuando ya la ilustración respecto al tema había sido agotada era necesario provocar o insistir en nuevas formulaciones que continuaran el estudio.

Aldo Rossi propuso un camino. Estableció una configuración que hoy en día sigue sosteniendo los más grandes debates y a pesar de que su monumental tarea se basó en la ilación metódica del estudio de la arquitectura, ésta, sin embargo sólo fue un collage.

Su obra escrita está definida por dos constantes de preocupación: por un lado la sistematización de su profesión a nivel histórico y epistemológico y la otra, la generación de un método que yuxtapusiera todos los saberes indispensables al servicio de la arquitectura.

Esta idea no nació como un impulso inspirador, más bien fue una persistente imagen planificada que desde sus días de ilustrador cultivó. Así lo demuestran sus escritos. La ciudad análoga por ejemplo fue “elaborada por Aldo Rossi a partir del 1964 y, ya en el ensayo que el autor escribe como introducción al catálogo de la exposición «Illuminismo y architettura del ‘700 Veneto», los aspectos y los caracteres de esta visión teórica venían tomando forma a través de un enfrentamiento dialéctico entre el aporte civil y racional, pero al mismo tiempo “metafísico, abstracto, misterioso” de los principales exponentes de la cultura iluminista.

Sin embargo, es en la Bienal de Venecia del 1976, que Aldo Rossi elabora una lamina que constituye la metáfora gráfica de los estudios y de las investigaciones conducidas sobre la idea de Ciudad Análoga”[2] que en síntesis es la unión de partes constitutivas de diferentes conceptos históricos de ciudad los cuales conjugados vienen a dar forma a una ciudad postmoderna.

Cuando publica su libro “La arquitectura de la ciudad”, este, se puede afirmar, ya tenía su esqueleto montado y concebido en todos los escritos precursores que el mismo autor realizaba para la revista Casabella, donde su teoría tacita del collage es una constante obsesiva, pero no es solamente estas fuentes las que nos dan una clara idea de este atributo Rossiano, sus mismas obras arquitectónicas son una clara muestra de esa manía genial: El teatro del mundo, El teatro Carlo Felice, El Bonnefanten Museum en Maastricht o El Edificio de Viviendas de Berlin son una clara muestra de su divertimento por los collages.

Ahora bien, la obra clave, de hecho, es también una configuración precisa de lo que pretendió al oxigenar el estudio de la arquitectura, sus postulados se basan en el arte y la antropología, en la psicología y en la arqueología.

Es memorable como su erudición logra amalgamar teorías tan disimiles bajo un mismo horizonte, un ejemplo:

“Las teorías en las que me detengo se relacionan con la geografía social de Tricart, con la teoría de las persistencias de Marcel Poéte, con la teoría ilustrada y particularmente con la obra de Milizia.”

Las cuatro teorías que reúne basan sus estudios desde vértices divorciados el uno del otro, sin embargo, Rossi las congenia y las utiliza como recursos imprescindibles de su juego.

Del uno saca el espacio geográfico, del otro el inmueble, del otro la función y así, en esa misma medida, los aplica para configurar su concepción dialéctica sobre la sistematización de una clasificación que mejor aborde el estudio del diseño urbano.

Su operatividad es sencilla de interpretar, Rossi, no debate con el pasado ni lo niega, por el contrario, Aldo renueva el pasado a partir de una mirada verdadera de historiador: desde el presente toma aquellos conceptos que ya descubiertos sirven para aplicarlos según el método que va configurándose a medida que cada uno de esos elementos históricos toman forma en su teoría.

Un collage, un museo de retazos atarrayados de la mejor forma posible. Eso fue lo que hizo posible Rossi.

Por eso su obra es ante toda una búsqueda por considerar a la arquitectura como un arte donde la teoría y la praxis, direccionada bajo el eje de la estética podían configurar una nueva idea del mundo.

Para ello a Rossi le fue necesario partir de un objeto de estudio común a la historia de la especie humana, el habitus que se conforma en esta medida desde el locus o como el mismo lo refirió: su estudio sólo se concentró en una muestra de la importancia trascendental que tiene la relación establecida entre lugar y hombres.

Rossi partió de este hecho urbano, de este detalle urgente que haría de su ensayo todo un tratado sobre la arquitectura. Sin embargo sus tesis a veces son digresivas. Pero esta digresión tiene un fin. Observemos.

Una de las tesis digresivas es cuando plantea lo siguiente: “Por otra parte, si los hechos urbanos pudiesen continuamente renovarse a través del simple establecimiento de nuevas funciones, los valores mismos de la estructura urbana, puestos de relieve por su arquitectura, estarían disponibles continua y fácilmente; la permanencia misma de los edificios y de las formas no tendría ningún significado y el mismo valor de transmisión de determinada cultura de la que la ciudad es un elemento sería puesto en crisis.”

Para poder entender la dicotomía existente en su postulado es necesario ir un poco atrás en su libro y comprender a que se refiere con “función”. Rossi nos habla del funcionalismo ingenuo como un elemento que recae en el error debido a su necesidad empírica; cuando una ciudad se basa en este apartado pierde el sentido ulterior y en consecuencia se dogmatiza en contra del cambio, tal error se puede observar en las ciudades aztecas que basaron su estructura en un heliocentrismo urbano y que al no tener en cuenta el futuro de las funciones sociales fueron devastadas por la conquista y las ciudades descentralizadas. Igual sucedió con las ciudades feudales o las ciudades troyanas que cayeron ante su propia función paternalista.

Pero su tesis nos afirma lo contrario, nos dice: gracias a Dios los hechos urbanos no pueden continuamente renovarse a través de simples establecimientos de nuevas funciones. Con esto dogmatiza su pensamiento frente a su teoría correlativa del sentido temporal que se basa en la proposición de la existencia de ciudades de antes y después del reconocimiento, que para él significa, demostrar a lo largo de una coordenada temporal que las funciones cambian o se revitalizan según las necesidades mismas de la ciudad.

Su tesis parece desmoronarse ante una premisa que en capítulos posteriores defiende

Pero este no es un fallo accidental o secundario de Rossi sino más bien una dilucidación emergente de su autonomía intelectual frente al área.

Para Rossi lo verdaderamente importante no es la definición de la ciudad como un hecho permanente o transitorio, de hecho, los términos tipos y tipología son un clara muestra de cómo el movimiento y la persistencia son una ecuación definitoria de los hechos urbanísticos.

Un ejemplo sería el siguiente: la Función de la casa según la construcción tecnológica y los elementos de su estructura; ¿hasta qué punto la función de la construcción tecnológica de los aparatos sanitarios tal y como se concibe hoy en día estará en uso, seguirá el agua como recurso indispensable para la construcción de la necesidad sanitaria dentro de las casas?, ¿la entrada como elemento de su estructura será siempre establecida como el receptáculo dispuesto como apertura de lo que es el resto de la estructura o cambiará por otro tipo de concepto inaugural?

Si meditamos sobre estos interrogantes nos damos cuenta que la filosofía de Rossi en cuanto a la ciudad está es concebida no solo para habitarla sino para transitarla ya que Rossí veía espacios emergentes, ondulantes, traficables, habitables, mutables y permanentes que se basaban en las leyes generales de la dinámica urbana. Su dicotomía sólo es una apostilla necesaria para comunicarnos, que eventualmente, todo espectro de estudio en arquitectura debe estar configurado bajo la premisa de flexibilidad que es necesaria a la hora de dar por sentado algo.

El sentido del trabajo de Rossi es hacer ver que en arquitectura tanto las partes como el todo son una misma cosa: que el detalle es reflejo de la unidad.

Si atendemos a esta idea los teatros, como área estudios o un monumento como inmueble o el diseño de una casa con corredor tipo primitivo como elemento primario serían reflejos del gran todo que conforma la ciudad y que en esta medida es ella misma; el teatro del mundo se convierte ya no en un inmueble categorizado dentro de las teorías existentes sino que crea una nueva categoría que funde la proposición de no lugar con el espacio heterotópico de Foucalut.

La ciudad como ejemplo de una teoría gestáltica de la arquitectura y a la vez como una demostración de que una teoría unificadora era mejor a un replanteamiento total de la historia.

Pero este no es solo su objetivo, digamos más bien, que estos principios son tan sólo prolegómenos que justifican su verdadero interés. Rossí estaba obsesionado por unificar bajo una teoría todas las bases existentes de arquitectura, esto, para poder dar un sentido a las cosas individuales, pero para poder hacerlo debía entender primero la individualidad de su objeto de estudio, fuese el que fuese.

Su pregunta y la aproximación a la respuesta se basaron en este postulado:

“Me he preguntado varias veces, también en el curso de este ensayo, dónde empieza la individualidad de un hecho urbano; si está en su forma, en su función, en su memoria, o hasta en alguna otra cosa. Entonces podremos decir que la individualidad está en el acontecimiento y en el signo que lo ha fijado.”

Pero su respuesta no es del todo veras, la individualidad de un detalle, de un hecho, de un área-estudio, de un tipo o cualquier aspecto que deseemos estudiar a nivel de arquitectura no se basa en la promulgación que el acontecimiento mismo suscite en nosotros y en el signo que lo fije, más bien estas concepciones son la base, tan sólo, para determinar si lo que concebimos como acontecimiento de un signo fijo se acopla o no con nuestra concepción inmediata de lo real que experimentamos.

La ciudad es un concepto ante todo intuitivo que genera en el sujeto un determinado ideal de conglomerado urbanístico, el sujeto utiliza este concepto para definir lo que ve, lo que considera ciudad y para que pueda definirlo así le es necesario que interiorice con ciertas características no solo fisionómicas sino psicológicas el hecho urbano que tiene ante sus ojos. Esta introyección conceptual que se revitaliza en el subjetivismo vital de cada sujeto es lo que genera la des-individualización que niega el espacio de pueblo o aldea y su concepto ya que en ellos no existen esas categorías: la entelequia inacabada: la ciudad cumple con el deseo de expansión recreativa o de esparcimiento y a la vez se considera capital de las estructuras sociales que demandan las aldeas, la ciudad reúne los constructos sociales indispensables creados en una micro-medida, abarcándolos cómo conglomeraciones matrices, así su imagen se engrandece en la mente del sujeto que la vive desde los las carreteras hasta sus iglesias o barrios pero también le define en este sentido su inacabamiento por su misma fuerza expansiva. La ciudad como un organismo mutable que crece y decrece con el tiempo… y el hombre.

Por eso las mejores palabras para terminar este ensayo sean unas del mismo Rossi.

Ya al final de su ensayo él pareció entrever esta cláusula y por eso al no tener más que decir, hizo lo que Wittgenstein sentenció con acierto: “de lo que no se puede hablar es mejor callar”. Rossi enmudeció con estas últimas palabras que a la vez, quizás, fueron un intento por dejar secretamente su verdadera y única tesis:

“Es cierto que la arquitectura de la ciudad, la cosa humana por excelencia, es el signo concreto de esta biografía; aparte del significado y del sentimiento con los que la reconozcamos.”


[1] Las palabras urbano y urbanismo vienen del latín urbs-urbis. Lo interesante de la palabra es la raíz Ur, para referirse a la ciudad, prácticamente aparece en todo el mundo: ciudad de Ur donde nació Abraham, Singapur, Edimburgo, Burgos, etc.

[2] Expedientes histéricos: Análisis Posmoderno de la ciudad. Collage City / Ciudad Análoga Por Stéfano Rolla citado en http://www.docoposmo.com - DoCoPosMo Potenciado por Mambo Generado:21 October, 2010, 02:57

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