29 enero 2012

LA VIDA ACORRALADA.



Es que tengo exabruptos,
Un pequeño infierno bailando entre los dedos,
Por doquier me van ultrajando la existencia,
Es el aire, su manera de estrellarme las ventanas,
De seguir dejándome vacías las hordas en mi aliento.

La soledad primero fue mía, casi estrangulada,
Luego una melcocha ajena que tenía firmas hipócritas del canto
Me la fue llenado de fabulas, de meros cuentos y cunas arrullando.

Es que el universo me quitó toda autoridad, todo esperpento,
El mero clavicordio para conjurar al diablo.

Me sacaron magullado, ensangrentado, apenas poblando el sueño.
Era todo un matadero, un pasillo y ese olor a hospital y gasa asfixiando.

Es que tengo la edad pariendo años, recuerdos perdidos,
Florecidos como fresas inundadas de hielo y rocío enmarañado.

Estuvo bien no tener memoria, saber que fui Adán,
Un niño cruel con los espantos.

A mi se me creció un diccionario de libélulas para ulcerar las tardes
A golpe de arreboles y sapos en el patio,
Por eso mi piel es de arcilla y esconde musgo; la tierra crepitando.

Ese territorio parece un malogrado palimpsesto,
Un cuero que se echó a perder en la intemperie,
Pero hubo días, objetos que crecían con sol,
Con cierto hálito o patina entre las cosas como si fueran ciertos.

Se me llenó el corazón igual,
Con rincones para saber de un beso,
Con la mera ternura de un abrazo,
Con veletas tirando alas a la sombra de un amor que me ganaba
Y con el cuerpo abovedado sospechando el cetro.

El ser o el universo fueron compareciendo ante otra gana de pensar;
Ese muñón extraviado que anegaba con dudas
Y soplaba noches como si fueran miedos.

Crecer fue tan de repente, que apenas si puede decirse una palabra,
Demostrar un gesto o buscar entre la piel la otra piel que perpetró el delirio.
He sido tantos y tan de siempre el mismo que ya me parezco mucho al agua,
A una nube estafando la ansiedad,
La señal de un dedo dibujando nadas, sombrillas y conejos.

Aquí hay caricias para sentir el escalofrío de una crisálida, su orgasmo.
Aquí hay muertos viviendo entre las horas,
Poblando el tiempo y muchas otras veces el espacio.
Números para contar las pesadillas,
Los puñetazos de éxito fracasando ineludibles
Y también los rastrojos de propósitos
Para aguantar el tedio.
Pero ninguna respuesta,
Llenos de preguntas y tanteando el aire buscando ahorcar la sombra
Vamos todos con las palabras nuevas, metafísicas,
Plenas para este desalojo, para esta siniestra forma de agredirnos.

Dios me inventó justo después de que aprendiera a pronunciarlo entre los rezos
Y a veces yo parecía buscar a manotazos en su penumbra
El ala de un ángel para desplumarlo a dentelladas.

Pensamientos y rocas, copos de azúcar o de diente de león,
El tiempo como un trapiche extrayéndonos,
Volviéndonos cachaza
Y cierto manoseo de un creador obsesionado con el alma
Era lo que se tenía en la fe antes de tropezar con la imprenta y con el yeso.

Y no sabemos bien para qué, pero paliamos
Nos inventamos carriles, muros y atajos para consolidar un disparo,
La inmortalidad, el hacer, cierta gana de poder: lucecitas perdidas en el campo.

Hay globos que se queman sin siquiera elevarse
Y luciérnagas que fundieron su luz entre los charcos.
Es la piedra, la arruga estibando, esa gana de soñar que no despierta
Y el sabor de una mirada perdida buscando más fracasos.

Al final se logra esta remesa,
Esta cólera y la exhumación para perdonar lo no logrado,
Se come, se pierden gases y se va engordando,
El amor se engancha a tanta incertidumbre.
El trabajo y cierta casa parecen maniatar todo lo salvaje
Hasta volverlo mártir del hombre perdido en las rutinas.

Es un tronar de dedos lo que cambia al mago,
Ese relincho de bestia alzándose
Y pariendo la otra soledad como si fuera un traje
Pero hay heridas que no sangran y suelen manchar el albornoz,
La espuma cabalgando en la cresta de ese rito parecido a un velorio,
De esos buenos días con prófuga despedida en el ascensor
Que va bajando a inaugurar nuestras ganas de melancólicas cervezas.

El ruido de los televisores acompañando la amargura,
El pensamiento sórdido haciendo eco mientras se plancha la camisa
El sueño perdido a medio hacer entre el desastre de una preocupación o un placer
Y otro dios convertido en dinero salvar guardándonos a veces de toda la locura.

El desvelo ya no es por las estrellas,
Ya no se vive la noche como si fuera otro universo
Ahora es el limbo para estresar las cuentas,
Para conjurar la moneda o un día sin torturas.
El cabello lo sabe,
Las uñas lo comprenden bien,
La luz amarilla es artificial y no quema
Pero la noche es la noche
Y sigue habitada por toda la confabulación de tus espasmos.

Es la vida acorralada, la gana del gol
y el carro para buscar  otras tiendas de alcohol y amor rentado.
Otro como yo parieron con insulina y coca
Para ondear y vibrar al compas de los milagros,
Tiraron bombas para amortiguar la explotación,
Pero envejecieron igual, rompiéndose los sueños.

La política fue un pez gordo que nunca subió por el río
Sin embargo todos embarcamos con el mismo ideal
Y solo bancos de arena fue lo que logramos,
Vinieron otros evangelios para nombrar el hambre
O los labios mendigando,
Es que a veces uno escribe para nombrar la soledad
Pero es el artilugio del grito el que se logra.

Entender que atrás ya no hay nada, que adelante menos
Y que lo único cierto, alguna vez dejará de ser caudal entre las venas
Es lo que nos espanta, lo que nos deja impotentes ante tanto desamparo.

Un beso a la nariz de tu mascota, un  balazo que suena,
Algo que se parte al caer, una pelota rodando en la alegría,
Una puerta arrojada contra el mismo celular que te llama para amarte
O los dados mismos dando esperanza de avanzar
Sobre un tablero parecido aun vientre
Son a veces el inventario que no cuentas.

El corazón nauseabundo queda rezagado pero hay que cepillarse los dientes,
Arreglarse la existencia antes de salir a maldecir o maltratar al otro humano.
Esa es la costumbre,  
Se navega hacia cualquier muelle siendo isla en nuestro propio barco.

Coleccionas estampillas, esnifas el olor de amar, la gana de quedarte.
Una gorra para ocultar ese mundo derrumbado,
Los ojos estragados por la vértebra del insomnio
Y los mismos astrágalos de dios
Como tótems para despertar de cualquier infarto desdichado
Son las pocas cosas que buscas salvar de los naufragios.

Es bueno ir muriendo en escalas,
Dejando el cuerpo destazado y distribuido en el saco navideño.
Es de hombres y mujeres olvidar y no lograr sino recordarlo todo
Romper la primera esquela,
Quemar los zapatos,
Destrozar el nido,
Ahogar la manzana
Prenderle fuego al paraíso
 Y salir corriendo hacia Eva;
La tierra prometida.

Siempre se vuelve  a salir,
La calle es el robo que astilla la otra soledad y de nuevo el cansancio,
Cierto mugido de agonía germinando hongos de nostalgias,
De quimeras,
De karmas apretados
Y de palabras que no existirán nunca para resumirlo todo.

Se inventaron más cosas: la clave de sol,
El numero pi y la cara feliz
Para llevar llaves a ese agujero donde no las necesitas.

A pesar de desconocer detrás de toda sonrisa el signo de un humano
Comerciamos con símbolos para acreditarnos un poco de veracidad sobre la niebla,
Sobre el pecho agujereado.

La médula es un rayo que se apagará cuando el trueno deje de sonar.
El mundo se muere dicen desde siempre,
El universo explota,
Las especies evolucionan,
Tantas verdades para no poder con nada
Y siempre el mismo óbolo en la frente.

La vida acorralada, en un instante, en este instante,
Yo llevaré papel higiénico,
Un encendedor,
Los huesos me sobran, el aliento.

En un rincón le meto la muerte a la vida
Y me voy, con tanta gana, con esta gana,
Con esta puta y terca gana de quedarme.

Mañana estaré sediento
Plagando dudas, exabruptos,
Y este pequeño infierno bailando entre los dedos.

No hay comentarios.: