08 febrero 2011

COSAS DE GATOS



A Tatik por su maullar.

Todo trata de este gato, bueno, a decir verdad, ni siquiera trata de un gato sino de un minino, un adolescente maullador y juguetón. Los gatos son raros, hubo uno en casa, alguna vez… tenía un cuerpo de pantera inconfundible, no estaba castrado, así que con él la cosa siempre era seria. Sólo se podía tratar por ratos y por un rato, una caricia por aquí, un resbalón suave y unas cuantas entornadas y melosas vueltas en rededor de uno era lo más que se le podía pedir, nada de irse a dárselas de querendón con este, que si de cogerlo y cargarlo era cosa seria te digo. Estas cicatrices son recuerdos eternos de su furia, Si se disgustaba uno no le veía venir la zarpa, de un salto te tenía presa y, pues, ya el resto es lloriqueo de uno y sombra y penumbra con ojos fijos recordándote las advertencias hechas por los de la casa. Pero este gatico era otra cosa, no podía ni arañar el viento, se daba bote sólo y se extraviaba persiguiendo cualquier paso de tacón o mosca zumbando entre la tarde. Cosa más bien extraña. Los gatos te conocen bien, saben de tus mañas, les basta con mirarte un rato para saber como dominarte. Este gatico se las sabía todas, era todo cariño, todo un saco de ternura y ronroneo y para colmo, sabía como ganarte el corazón. Te cuento: de noche el bendito se te aparecía de improviso. Primero montaba su acto, se te venía como cazando, como diciéndote: - mira, estoy en plena jornada laboral, ando en búsqueda de un ratón imaginario, ¿lo has visto? Eso ya daba para que uno se cayera de la risa, tres saltitos, la patita jalando nada, un miau preguntón y luego una carrera desbordada para terminar con un tango entre sus patitas algodonadas. Así era cada noche y nada de ir a cogerlo, porque a los gatos no les gusta, cosa que no pasaba de día. En la mañana se le podía ver buscando calorcito, trepando por entre las rejas de hierro de la ventana y el balcón, ahora se entiende bien eso del gato en el alféizar. A estos benditos gatos les encanta chismosear por las ventanas, se quedan la mañana completa impávidos, absortos mirando cuanta cosa pasa por enfrente de la casa y nada de ir a quitarlos porque te lo dejan bien claro, la ventana es de ellos, luego viene la tarde, maullar y maullar, correr detrás de ti, subirte, jalarte, somos su juguete, gatico este, pero lo más lindo era cuando se acercaba la penumbra, cuando el minino de verdad, no te lo niego, en el rincón de siempre, a la entrada del hotel, como por arte de magia, se convertía en porcelana. La verdad, todos sabían del gatico de porcelana, pero no puedo creer que no lo hayan visto hacer todo lo que te cuento.

1 comentario:

T A T I K dijo...

Lo más lindo de ellos es su magia y su misterio, su siempre amor y poco desprecio por las cosas...su dulzura y su suavidad...aunque con sus armas bien afiladas: habilidad y uñas...así somos los gatos. Gracias Zeuxis...quedé feliz!!! ;)