19 diciembre 2010

Retorno a las entrañas.




Hablar de nuevo
Penetrar hacia el profundo antro
Donde guindan empaladas las desangradas salamandras
Establecer el silbato del ahorcado en la penumbra
Proceder con un escalpelo sobre la piel amoratada para sacar espuma
Hablar silencio
Decir; enganchar al viento una trenza de latas y cascabeles jaraneros
Y escupir fuego hasta asfixiarlo todo
Otra vez llegar desmigajado
Volver al mismo hueco donde se criban los estruendos
Ingresar con las mismas alas desahuciadas
Y pretender tender un puente en lo perdido
Llegar y levantar despojos como cerbatanas esperando los pájaros suicidas
Los esqueletos roídos por un animal oneroso
Decir palabras,
insistir con ellas en una tierra que sólo produce enredaderas de niebla agujereada
Volver al remolino
Al tótem que masticó el poder de un Dios desquebrajado por el rayo
Encontrar entre los restos lo mismo perturbado
Levantar un espejo; el mar hasta la altura de las cuencas arrasadas
Destilar empañados gritos mudos de fantasmas harapientos
encadenados como girasoles marchitos a la quilla de un barco fracasado
encontrar delirios aplastados, magullados por la oscuridad del olvido
hablar de nuevo
más allá del pectoral descuartizado de una crisálida infectada de gusanos
enterrar cada leño en el lugar justo donde se lamentan los crepúsculos
talar un bosque de estalactitas y quemar cada alfiler de lluvia que emerja de las manos
arruinar para siempre la luna, el esqueleto de una marioneta, una silla, todas las ventanas
levantar las vísceras cómo animales acuchillados
sollozar hasta quedar difunto con mariposas de ceniza abajo de los ojos
sentir el vaho como un vacío que no empaña los espejos
enlistar una bandada de luciérnagas que titilan cerrazones hacia el alba
degollar cada ángel despavorido que venga de los labios
apretar los párpados hasta pulverizarme el reloj de cuerda empotrado entre el pecho
sin más coraje que las ganas de mentar lo que haga posible el desalojo
no ir sino hasta el otro lado del silencio
tumbar a golpes a Caronte de la barca
y navegar furioso en búsqueda del Dios que me pobló el tormento
retar; que sea un duelo esto de volver a mis resquebrajaduras del silencio.
Hablar de nuevo
Hasta que la última gota de dolor agriete el cráneo del tiempo en su galera.

No hay comentarios.: