03 noviembre 2010

Nostalgia



Tantas cosas te has vivido.
Te has desbarajustado para poder entenderte
entre el remolino de palomillas que persiguen tu sonrisa.
Inventaste la palabra ternura para sentir el plumaje de los colibríes
y la caricia misma para que dijera cuerpo.
No te ofendas por las cataratas
que enceguecen tu niebla de véspero incendiado,
ni arrulles con nostalgia los frailejones dormidos que dejaste
con asombro en la memoria de una chiquilla enamorada de tus cuentos.
Tantas veces te has acostumbrado a la inquietud,
al silencio que titila presagiando un grito entre las venas,
tantas veces has escuchado el nombre de un ave en su propio canto
que ciertos días amaneciste con algo de musgo,
con algo de cielo estupefacto
y tierra crepitando.
Es mucho lo que te has otorgado,
lo que has hecho
sin podrir el tiempo como siempre pasa
como suelen dejarlo cuando apenas se le ha perdido el sabor de arcoiris
que carga en su madeja de sueños y futuros.
Le entregaste toda la imaginación de tus manos a las flores,
enlodaste el invierno hasta derrumbarlo cuesta abajo
mientras el río traía el rumor de la desbandada frutal del verano.
Te desviviste de vivo
con el orgullo de lo bien hecho
de lo logrado con acento en la grandeza.
Pariste el mundo
como un dios fértil
que le da por extender su universo de caracoles
en el patio de una casa acostumbrada a los milagros.

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