27 junio 2010

TRASTEO

LA NUEVA TENDENCIA: ESCULTURAS AMBULANTES.




“Queremos una ciudad donde un plan de ordenación urbana sea más que un cálculo matemático que reparte terreno, un mecanismo que ordena, equilibra, prevé y hace habitable la ciudad gracias a la participación de la ciudadanía en su elaboración y lo no menos importante: en su aplicación.”
Victoria Fernández, Vicepresidenta Al-Azahara




La implosión urbana no sólo ha afectado la fisonomía de las ciudades, generando estructuras cada vez más débiles, cinturones de miseria, daños ambientales y reduccionismo espacial sino que también ha entrado a afectar los pequeños y escasos espacios culturales. El debate por definiciones de proyectos territoriales que generen un aprovechamiento urbanístico se ha visto problematizado por variables de control y reagrupación coherente entre lo que debe construirse y por ende entre lo que tiene que protegerse, una muestra del debate se ha centrado sobre todo en la ejecución de creaciones que generen desarrollo sostenible sobre la gestión de elementos estructurantes que trasformen culturalmente la metrópoli y como lograr que estos dos fenómenos pasen a formar parte de la vida de la ciudad logrando un equilibrio con sus habitantes y con su territorio. Dentro del “Inventario de problemas y desafíos principales de la ciudad metropolitana” realizado por la sociedad geográfica de Colombia encontramos que aunque se denota una gran necesidad por consolidar una red de infraestructuras viales, de transporte y de servicios públicos que estén en equilibrio con la responsabilidad de asumir el paisaje y los elementos ambientales como valores prioritarios, los proyectos territoriales no han logrado consolidar propuestas consecuentes con dichas premisas.


El desarrollo histórico y urbanístico de las ciudades colombianas ha obedecido a una adaptación de modelos ajenos que si bien han logrado establecer ciertos ordenamientos dentro de lo urbano también han servido para producir una mixtura y por ende una complejidad dentro del elemento de habitabilidad.


La ciudad caos, el territorio que se extiende bajo premisas de movilidad poblacional y producción consumista ha olvidado la calidad tipológica que debe crearse o generarse a través de proyectos culturales que prioricen la identidad.


Bogotá es un gran ejemplo de este panorama, una ciudad-capital, una ciudad centro que históricamente ha convertido sus elementos histórico-culturales en piezas inconstantes de espacio-tiempo.


El continuo desplazamiento de estructuras físico-espaciales, que generan condiciones de territorialidad y que van más allá de lo meramente habitable respondiendo a la necesidad de identidad y diversidad cultural, demuestra el poco esfuerzo que se ha realizado por generar sistemas de urbanidad que promuevan una ciudad más dinámica donde lo formal y lo informal se unifiquen dentro del entramado dimensional del territorio que crece y progresa.


El espacio público ha sido muchas veces el lugar por preferencia para poder mover al antojo los bienes culturales. Bienes que hacen parte de un colectivo indiferente y que han pasado desapercibidos por la mayoría de los habitantes de la ciudad.


Pero esto nos es culpa del habitante promedio de nuestra ciudad sino de la euforia constructiva que nos ha abocado a convertirnos en una urbe que piensa su urbanismo solamente desde lo tecnocrático dejando de lado el mobiliario publico de la ciudad.


La ciudad fundacional, la que vivía de sus esculturas y héroes, de su historia inmortalizada en monumentos que inauguraban los espacios públicos como espacios de encuentro cultural, fue desplazada e invadida por los proyectos modernos que hasta los años 70`s intentaron consolidar los grandes urbanistas que visitaron nuestro país. Entre ellos caben citar a Bruner, Wiener y Sert, Le Corbusier y el profesor Currie.


Pero a partir de los 70`s la ciudad afrontó una crisis que derrumbó todo ideal. Los continuos desplazamientos y el desaforado crecimiento concentraron los esfuerzos de ordenamiento territorial en procura de darle solución a la situación demográfica.


Las personas que convivían con el mobiliario comienzan a ver como sus espacios ahora tienen que ser desplazados hacia lugares cada vez más marginales por los proyectos de emergencia.


Un mobiliario que sufrió todo este fenómeno es la “Rebeca”, ubicada, antes en el parque el centenario y ahora entre la avenida troncal de La caracas y la 26. Asimismo otras esculturas y mobiliarios públicos han corrido con tal suerte, acrecentado leyendas, hilaridades y compasiones.


El monumento a “Isabel la católica y Cristóbal Colón” o la escultura “Ala solar” que ahora se encuentran sobre la avenida El dorado son ejemplos típicos de este desesperado e irresponsable juego de convertir los mobiliarios públicos en piezas de trasteo.




Este fenómeno a veces percibido como completamente alejado del desempeño de la ciudadanía también ha hecho parte histórica de la evolución de las formas de vivir la ciudad.


Hasta hace algunos días, antes de que los trabajos de un nuevo sistema vial de transporte masivo se pusiera en marcha sobre la avenida el dorado de Bogotá, los habitantes y visitantes podían encontrarse durante su recorrido por dicha avenida, fuese en el sentido que fuese, con “cosas” raras, cosas abstractas y/o conceptuales muchas de las veces y otras hasta inexplicablemente amorfas, puestas allí para que el observador se saliera de su aburrimiento, contemplando, preguntándose, es mejor, qué eran esas esculturas tan raras o para que su vista tuviera algo distinto que ver más allá de los árboles y edificios que se encuentran a lado y lado de la vía.


Dicho grupo de esculturas hacían parte del museo vial de la avenida el dorado que fue un proyecto concebido bajo el mandato del presidente Cesar Gaviria Trujillo y que se terminó en el año 94.


La mayoría de las esculturas creadas como homenaje a la ciudad consolidaron la historia y la fantasía de los habitantes casi durante dos décadas. Y no es que los trabajos adelantados por la necesidad de un sistema vial vayan a hacer desaparecer las obras, la historia y la manera como nuestras ciudades han concebido la urbanidad, nos demuestran que estas obras no desaparecerán sino que también serán desplazadas hacia nuevos espacios, cada día más lejanos de la identidad ciudadana.


Lo que si vale la pena preguntarse es si al consolidar este nuevo proyecto vial se estará respetando o se respetará la concepción primaria que tenían dicho grupo de esculturas. A saber era un proyecto museo. La avenida el dorado, convertida no sólo en una arteria fundamental del progreso sino a la vez en un sistema cultural insoslayable para la historia de la ciudad.


Dentro de unos años la avenida el dorado estará completamente cambiada y los que alguna vez convivimos con un museo vial apenas si tendremos la memoria para poder ilustrar el concepto de una escultura como la “doble victoria alada” o “la ventana” o “el eclipse” o “Longos” y quizá sólo las veamos como piezas más del trasteo que constantemente se hace dentro de nuestra ciudad.


A lo mejor esto será lo que sucederá y quizá sonreiremos felices por la nueva tendencia de convertir todo en ambulante.

2 comentarios:

Reptante dijo...

Hola Zeuxis, antes que nada, y antes de que se me olvide, debo mencionarte que me debes una disculpa de hace mucho, pero mucho tiempo sobre un asunto que tú debes recordar. No creas que por asistir a mi blog y regalarme comentarios dignos se me pasará el enojo.

Por otro lado, creo que tanto tu ciudad, como la mía, tu país como el mío, además de compartir un saludable índice de criminalidad y delincuencia organizada, también se analogan en el hecho de ser regida/os por gobernantes que entre la dualidad de generar opciones para aligerar el tráfico vial y mantener en constante movimiento la industria de la construcción(siempre con una tajada de la rebanada del pastel, a costa del herario público). Y bueno, así es que estas piezas, estos lujos, estos respiros para el alma, estas rupturas de lo monótono, estas poesías expulsadas del papel, pues andan de un lado para otro, cada vez más escondidas, siempre en vilo de ser adoptadas por algun cabrón político que la quiera para adornar su casa; qué sé yo. Acá en mi ciudad por ejemplo muchas esculturas, entre ellas, algunas de la misma Leonora Carringthon, fueron llevadas a un bosque siempre en malas condiciones, donde la humedad se las está comiendo.

Pero bueno, así la vida. Tal vez tenemos la vida que nos merecemos.

Saludos ex amigo.

Zeuxis Vargas dijo...

Bueno mi querido David,te he pedido mil disculpas, espero que esta disculpa mil uno logre algo.

Hombre, tienes razón, nuestras ciudades están siendo desmanteladas.

Me preocupa eso.
Un gran abrazo. Amigo.