07 enero 2011

APOLOGÍA DE LA DISPEPSIA



De expediente Amelie



Hay que comer sircas para endurecer el alma

Buscar subterfugios que tengan algo de petroglifos o cavernas

Desenmarañar la noche hasta encontrarle la claridad

Pero nunca entregarse, no dejar que un reflujo de abyecciones nos desmanee

Tendrás que convertir tu boca en una solfatara

Y quizás lo único agradable sea un sabor de sangre acuarela en los recuerdos

Tu intestino fue hecho con el mismo cuero con que se fabrican los suestes;

Un marinero acribillado por delirios lo pensó en el mallesttrom

Y supuso el uso de ese apéndice como agüero para templar la porfía de los ángeles.

No olvides que llevas una máquina que se alimenta de tus años como el tiempo.

Alguien te empujó y en la caída te puso un soma como código de barras

La eternidad es como una suripanta que se deleita colocando espíritus en el horno

Nada le debes a su fuego sin memoria, a sus labios sin huella de beso en tu ceniza

Aprendiste de aquí lo que era el hambre y el dolor,

La vida te amarró en un somier oxidado y con palanganas te enseñó a amar lo que perdías

Peregrinaste en el mundo como un wayuu borracho en el soto más espinoso

Soterraste aquella corazonada de querubín que te asaltaba

Y le cogiste un cariño absurdo al sollado donde Dios puso a crecer tu stupa y tu esqueleto.

Deglutir es una forma de afirmar tu suberoso corazón obstinado

Recuérdalo cuando te tragues tu último suspiro

Soslayaste la aureola para intrigar una biografía más cercana al sortilegio

Si las alas afirman lo invisible, nada envidian tus entrañas,

Solios verdaderos de este cuerpo humano.

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