13 enero 2011

Irreversible



Nunca había visto una película de Gaspar Noe, después de ver Irreversible, me describo como un fan de su cine. El argentino es un maestro, no hay duda, de lo que es hacer cine, hablo de hacer verdadero cine, hay películas bien hechas, que muestran todas las adiciones del oficio convirtiéndose en obras asombrosas, al igual que en la literatura, en el cine pasa este fenómeno, me explico: hay libros que se leen con el hedonismo y la pasión de alguien que observa en dicha lectura un escritor, alguien que sabe escribir y contar una historia, pero hay otras obras donde uno agoniza leyendo, son escritos que parecen haber sido no elaborados por un escritor sino por una mente muy superior a los dones posibles que podría tener un escritor, sin embargo entre el primer texto y el último no hay nada nuevo, está una historia, una historia bien contada, que hace que una obra de pronto e inmediatamente al ser leída se convierta en un a obra maestra, yo digo que no es la historia, el tema en cuestión ni la manera de contarlo, sino la forma como se concibe, esto no va con el estilo o con las técnicas narrativas esto va es con el don de sensibilidad y perspectiva con que el escritor vive su obra, Nietzsche llamó estilo al punzón con el que se hacia posible una escritura, y lo denominó como el alma, el don que era otorgado al hombre, más allá de esto considero que existe un elemento aún más poderoso que el estilo y es el carácter, una obra sin carácter es una obra con formato, técnica, estilo y demás que cualquier escritor negro puede regalarle a un empresario de libros o películas, pero una obra con carácter es un objeto mágico que crepita desde el fondo mismo de la biblioteca con su duende atrapado entre las letras. Todo escrito maestro no tiene un ser del lenguaje tiene un genio del lenguaje, esas obras se frotan como la lámpara de Aladino y entonces nada vuelve a ser igual.

Así en el mundo del cine, que hoy es un espectáculo de masas pero que en realidad esconde un arte y un oficio maravillosos.

Gaspar Noe es de aquellos pocos directores de cine que tienen el “carácter”, trasmiten a sus obras el hálito con que han de verse y sentirse. No se sale ileso después de una película de estas, son obras maestras que transitan entre lo bien hecho y lo inmejorable.

La película Irreversible es como todas las películas de Lynch, una obra inestimable.

La cinta narra un episodio común que pocas veces ha sido narrado magistralmente, de esta clase de temas trabajados están algunos maestros, el gran Truman Capote que inmortalizado una noticia de periódico local, Carver con sus novelas negras y Gaspar Noe con su asesinato impulsivo de bar de la esquina.

La película es una clara muestra de una teoría social del comportamiento, la teoría de la irreversibilidad la cual se sustenta que una x conducta perturbada por un estimulo severo o insostenible puede conllevar a una respuesta de comportamiento trastornado e irreversible, la proposición es fácilmente ilustrada en la película, una respuesta impredecible y caótica con desenlace atroz devela su desarrollo en retrospectiva demostrando con este recurso de la manipulación cronológica como determinada acumulación de sucesos o comportamientos secundarios son la fuente provocadora y determinante los unos con los otros que se ramifican de un estímulo desequilibrador base del trastorno y la conducta irreversible. El asesinato, crimen y bestialidad que confronta al espectador como la catarsis total de la película y que de alguna forma solo es la muestra veras del inicio, o sea de ese otro crimen y bestialidad que es la violación sirve para generar un efecto ya no de moebius donde la ruta se anuda así misma sino que genera un efecto de uroboros, la película se traga su propia cabeza y el dilema moral que parece presentar no se basa en el sentido de venganza, intolerancia hacia el asesinato o la violación sino hacia el hecho de demostrar que todo acto desastroso termina, a pesar de sus múltiples intentos, caóticamente. Una gran película que más allá de las escenas explicitas de cámaras fijas para fortalecer el efecto desagradable se sostiene en su proposición narrativa implícita, las imágenes estruendosamente bárbaras y los efectos de sonido que pululan como moscardones en búsqueda del cadáver ya supurante en gusanos son pretextos con los cuales se decora una tesis formidable.

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